martes, 29 de abril de 2008

34 de muchos

Ya no sé ni qué decirte. Sobre todo porque los niveles de almíbar empiezan a ser preocupantes (y motivo de risión entre la peña, que son todos unos cafres) Así que, para no darles muchas razones, te digo todo lo que sabes y lo que ni te imaginas. Primer regalito. Una de esas que no necesitan palabras. Felicidades, Trasto. Que sean muchos más y que los pases cerquita.


domingo, 27 de abril de 2008

Virio y Maeve


En realidad no paro de hacer cosas. Lástima no tener tiempo para contarlas! Estuve encerrada en el monte con algunos insignes miembros de la Tribu, y sobreviví. Vídeos de motos, de bofetadas varias, karaoke, cacharros, frixuelos, las batallas de siempre y el susto mortal de descubrir que nuestro vecino de cama era Nosferatu. Me vais a permitir que no añada fotos al resumen de la jugada. Habrá que repetir, porque, milagrosamente, sobró un montón de alcohol. Y eso, queridos míos, no se puede permitir.

Cenas y cumpleaños, presentaciones, los sitios de siempre y algunos nuevos. El akelarre en su salsa, gafas rosas, cotilleos y la visita del Emperador.

Salida motera, como siempre, despacito. Ja. Está claro que ya os conocen, campeones, porque huyen. No hay forma de organizar un pique en condiciones. Afortunadamente tampoco hay fotos de la Lenka ataviada con el mono motero de rigor. Lamentable espectáculo. Que digo yo, es necesario que quede todo tan ceñido??? Ya no me cabe ninguna duda (es más, no me cabe nada ahí debajo), aquella de negro buscaba a Jacques para que le bajara la cremallera del todo. Porque ella solita sólo podía bajársela ya sabéis todos hasta dónde. Criaturita.

Ya soy, oficialmente, la Tata de la peluda. Resulta de lo más sorprendente, dada mi nula relación con los perros. Lo normal es que nos ignoremos cordialmente (soy más de gatos, es cierto) Las únicas excepciones eran los bichos de mi padre, claro, que son mis hermanitos pequeños, y las dos señoritas de Salinas, que son mis primas. El resto de los cánidos suele pasar de mí ampliamente, cuando no les caigo mal ya de entrada. En cambio, la Fújur parece encantada de haberme conocido. Y empiezo a sospechar que los perros se dan informes sobre los bípedos, porque ahora les gusto a casi todos. Así que nada, también ha habido alguna jornada ejerciendo de flamante tía y dando besos en las orejas. Y sí, volviendo a casa con la lengua fuera, porque el Santo pretende acabar con años y años de vagancia mutadora en el sofá (y, de paso, pretende acabar conmigo también)

Estuvimos en Coaña. Que ya iba siendo hora de conocer el castro. Un día tan precioso que parecía imposible tras el diluvio interminable de las últimas semanas. Montones de disparos (ya os pondré las fotos en la galería esta que acabo de estrenar) y esa sensación curiosa que te eriza la piel cuando pisas un pedazo de historia. Fue como volver a casa. Fue como pasear de la mano de Maeve y Virio, como asistir a la ejecución de Silo, como ver las hogueras del solsticio con el bardo y el druida. Castaños y muérdago. Y las ofrendas a la diosa Navia. Fue como escuchar las leyendas de aquellos hombres altos y rubios con colgantes en forma de hacha de dos filos que llegaron por mar y se mezclaron con los astures. Pésicos, Albiones, Celúrnigos, Luggones, Namarinos, Vadinienses, Cibarcos, Egovarros, Selinos... Como un viaje en el tiempo, llegando hasta las raíces. Bajo qué piedra se esconderá el torque de la bella Maeve?

Y, para rizar el rizo, una cascada. Los bloques de piedra en el remanso, un viejo molino, el rumor del agua y la neblina del río entre los árboles. A quién puede extrañarle que mi gente creyera en las Xanas? Gracias, Trasto, por cada segundo.

miércoles, 23 de abril de 2008

Lo que no te cuento


Te cuento que era un erizo, que siempre tenía listas las púas para evitar que se me acercaran demasiado. Te cuento que son secuelas de la infancia (las cosas que vivimos de niños dejan marcas con las que aprendes a vivir, pero que, no importa cuánto tiempo pase, cuando vuelven a la memoria son capaces de encogerte el alma, llevarte de vuelta a los nueve años, y hacerte sentir tan frágil y tan pequeño como entonces, devolverte el tartamudeo, el miedo a la oscuridad, las lágrimas... son cosas que te dejan tullido de por vida), de los amores perros (que te hacen creer que no los hay de otra manera, y, si los hay, no son para ti, son para las demás), de ciertos golpes, de ciertos terrores. Las púas son para defenderse, pero aprendes que no te defienden de nada. Sólo te aíslan. Terminan pinchando a la gente que quieres y ni siquiera te protegen del dolor. Porque cuando necesitas púas es por algo. Es porque lo que hay dentro es blando, y lo sabes, y temes mostrarlo. Así que, en realidad, tal vez logres un pinchazo oportuno y volver a casa con la cabeza alta. Pero al cerrar la puerta, te lames las heridas y nada te libra del dolor. Son falsas. No sirven.

Te cuento que mis niñas del akelarre, mis bravos y damas, mi Emperador, el Peque, los amigos, mi clan, todos ellos, han ido limando esas púas con una paciencia infinita, perdonándome el enfado eterno, el carácter de las mil putas, el pesimismo crónico, la mala leche, los silencios, la distancia y esa nostalgia cansina que no se curaba nunca y que sigo aprendiendo a domesticar. Y a todos ellos les debo ser mejor persona, menos dolida, menos huraña, menos aterrada y resentida. A todos ellos les debo la luz y no creo que me alcance la vida para pagársela, para compensarles tantos pinchazos que no merecían.

Lo que no te cuento, y por eso te lo escribo, es que llegaste tú y acabaste con las pocas púas que me quedaban. Que hiciste realidad lo que parecía imposible. Porque ellos, todos ellos, no se hartaban de decirme: "llegará lo que esperas, ten fe". Y yo quería tenerla, quería terminar con aquella otra Lenka tan oscura. Quería creer. Pero la fe nunca ha sido mi fuerte. Me lo repetía como un mantra, intentando convencerme: "sí, llegará lo que espero, por qué no iba a llegar?" Y la vocecita cínica respondía: "porque estás gafada, porque no terminas de creértelo, porque siempre te sale mal y lo sabes". Y otra vez las dudas y los miedos. Y si no llegaba? Y si no lograba creerlo, y por eso no llegaba? Pero llegaste. Y lo creí desde el principio. Debería haber resultado más difícil. Debería haber alzado las cejas y haberme preguntado: "qué querrá éste? Qué me querrá vender? Por dónde me caerá el golpe esta vez?" Dados los antecedentes eso habría sido lo normal. Y, aún así, lograste la magia desde el primer momento. Lo creí todo, lo creo todo, dejé caer todas las defensas y ni siquiera siento miedo de haberlo hecho. Porque, pase lo que pase, termine como termine, yo quería esta historia. Y tú me la diste.

Lo que no te cuento (porque incluso con magia y sin púas aún hay cosas que se me atragantan un poco, ya sabes), es que sé perfectamente por qué está siendo así, por qué nos tiene flotando y con los ojos como platos, por qué nos lo creemos los dos y a la vez nos parece imposible. Está siendo así porque tenía que serlo. Porque era el momento y éramos nosotros, y teníamos que demostrar que podía ser. Porque los dos necesitábamos creer y volver a creer. Porque teníamos que inventar, al mismo tiempo, un final y un principio. Porque los ojos no mienten, y las manos tampoco, porque estamos el uno metido en el otro. Porque encendiste la luz del faro y la mantienes encendida y no tienes que hacer nada para conseguirlo, sencillamente lo haces. Porque estás siendo el primero en muchas cosas que ni te imaginas. Y porque te llevo siempre encima, como a la piel.

martes, 22 de abril de 2008

Broncas y anginas

Nuevos motines en El Ñeru, con la consiguiente charla de los jefazos, que parece haber calmado un tanto los ánimos. A ver cuánto dura la cosa. Porque están subidos a la parra, pero del todo. La noche del domingo tuve amenazas en dos versiones: puño en alto y tenedor en alto. Y algunas patadas. Por no mencionar los comentarios soeces y los tocamientos. Ya debía andar yo medio pocha, porque, por primera vez, la cosa me afectó hasta el punto de tener que dejar la casa, salir a dar una vuelta y esconder los lagrimones de rabia y de cansancio. Pero en fin, nada que un par de cigarros y la voz de mi Santo al otro lado de la línea no pudieran arreglar. Ayer ya me tocó ir enferma de verdad y, para mi sorpresa, me encontré a Custom leyéndoles la cartilla, flanqueado por los compañeros del turno de tarde y dos de los seguratas. La llamada al orden propició una noche tranquila como hacía tiempo que no teníamos, con las fieras durmiendo a las doce y media. Al menos pude acostarme pronto, aunque pasé una jornada de molestias, tiritona y pesadillas.
Esta mañana, visita al médico. El susodicho, que es cachondo mental, se quedó ojiplático al descubrir que se me notan las amígdalas sólo con mirarme al cuello. Al echar un vistazo a mi maltrecha garganta, salió de estampida a buscar al colega de la consulta de al lado. Y allí se pusieron los dos, linterna en mano, palito de madera, a flipar de colorines. Penicilina, caldito y descanso. Mi primera baja laboral, que pienso disfrutar sin culpabilidad alguna, porque hay que reconocer que estoy hecha unos zorros. Como si me hubieran apaleado. No hace ni dos días que le comentaba yo al Santo la guerra que me dieron las amígdalas en la infancia, hasta el punto de que le pedía a mi madre que me las quitaran. Y ni caso, oiga. Desde niña que no me habían vuelto a molestar, y en cuanto las nombro se me alteran. Humor cósmico, supongo. O será que el cuerpo nota las cosas antes de lo que pensamos???

sábado, 19 de abril de 2008

Una historia diferente


Se agradece el cambio de guión, que el cuento sea distinto al fin, que el comienzo no esté lleno de obstáculos, normas complicadas, claves misteriosas. Se agradece caminar tranquila, sin sobresaltos, sin el peso del terror a meter la pata, a estropearlo todo, sin la sensación de caminar a ciegas, temiendo siempre lo que pueda esconderse en la oscuridad. Quería luz, necesitaba luz. Ya sabéis cómo me gustan las tinieblas, pero fuera de las novelas son demasiado duras. Pierden encanto cuando no hay claridad para comparar. Sabéis también de mis autopsias, de las conclusiones, sabéis que encerré a Wendy, y a la Bruja cínica, y a la Vampira hambrienta. Y, como me conocéis, sabéis también que todavía me rondan y me sueltan sus perlas al oído. Pero, al menos, las tengo bajo control. Sabéis de mis vacilantes principios y de mis terribles finales, del drama de la escritora que nunca conseguía terminar bien sus historias.

Esta es diferente. No sé qué clase de final tendremos, pero al menos hay luz. Y eso liquida cualquier temor. Me cabreé y decidí no resignarme, me negué a aceptar que "la maldición" me perseguía, me atreví a pedirle al cosmos lo que quería y el cosmos me lo dio. Sólo había que pedirlo en voz alta y estar decidida a no ceder. Finalmente Wendy se hartó de Peter Pan y los Niños Perdidos. Y decidió liarse con El Capitán Garfio.

jueves, 17 de abril de 2008

Sigo viva


Cansada y con cara de gilipollas. Lo cual es bueno. Por lo menos abriga.

Os hablaría del curro, pero no tengo ganas de fastidiar el momento. Baste decir que los acosadores ya son cinco y que la banda infernal sigue en su línea. Y mejorando, vamos.

Enhorabuena al Peque, que ya es oficialmente motero.

Zuperman ha conseguido dejar en jaque a los dos infartos y la Vieja Tribu sigue en pie.

La puerta se ha borrado. Ya ni recuerdo bien dónde estaba. Gracias a mi Emperador, mi akelarre (macho cabrío incluido), mis bravos, mis damas, blasfemadores y demás familia por tenerme tanta paciencia, por estar conmigo mientras se perdía la magia, se curaba la herida y la vida soplaba magias nuevas. Y gracias al Mago que la trajo.

Esperando a los Búhos mientras amanece en el Torreón. Tengo café recién hecho y helado de chocolate. Abrazos para todos y gracias por las guardias.

sábado, 12 de abril de 2008

Abrazos


Todo esto es culpa de la puta primavera (cómo la odio!!) Ya tiene bastante una el resto del año con ser una tarada integral, una ciclotímica insufrible. Ya es bastante difícil entenderse una (compadezco a los que tengo cerca) cuando se tienen estos cambios de humor tan insólitos, de la euforia a la apatía, pasando por la ansiedad, la tristeza, el cabreo o la felicidad más estúpida. Y todo sin motivo que lo justifique, como si en lugar de neuronas tuviera en la cabeza las bolitas del sorteo extraordinario de navidad. Y al calvo de la lotería girando los bombos. A ver qué sale...

Pero es que en primavera todo esto llega a límites insospechados. Entonces me dedico a mudar la piel y entro en un estado sencillamente inclasificable. Si no existieran las formalidades sociales, yo respondería durante esta estación con un rotundo y sincero "ni idea" al típico "cómo estás?" Os he dicho ya que odio la primavera?? Prefiero el otoño. Que me pone nostálgica, sí. Pero es tan bonito... (como una cabra, lo sé, lo tengo asumido)

Me preocupa la Guaja, claro, que no da abasto con tantos frentes en su batalla personal. Siempre me preocupan todas mis niñas, hasta las que son felices. La Bruja cínica levanta las cejas y suelta un "a ver de dónde viene el próximo palo" con su desconfianza habitual. Me preocupa el Peque por lo que ambos sabemos y por lo que no me cuenta. Y el Tafu, el Príncipe de las Mareas, porque anda así, de aquella manera, con las púas a media asta. Y es un estado que quizá sólo otro erizo puede entender. Me preocupa incluso quien no debería preocuparme, pero eso es algo que simplemente no puedo evitar. Ni siquiera mudando la piel.

Y me preocupa mi Emperador, que está siempre tan lejos y tan cerca, tan en el exilio. Pero hoy no puedo evitar ser egoísta, porque en realidad está aquí, porque voy a verle, porque hoy, por fin, tocan abrazos. Y, a veces, hasta a mí me gustan. A veces hacen tanta falta que te cuesta no darlos. Hoy abrazaría a mucha gente si todo fuera distinto, si no diera tanto miedo, si no existieran las púas, las conveniencias, si no hubiera nada que fingir, nada que esconder. Si no fuéramos tan estúpidos como para juzgar un abrazo.

jueves, 10 de abril de 2008

Dos en la carretera

Ya lo sé, soy mala, soy pérfida, soy un bicho (aunque ahora sin mayúsculas), pero estoy algo así como entre intrigada y muerta de risa. Qué pasará? Qué no pasará?
Habrá debate sobre el número de puertas? Bendición?? Sapos y culebras??? Se pondrá el Trasto "cabronazo modo on"???? Paz y buen rollito????? Abracitos en la cama o muerte por asfixia con almohada de por medio??????
Mi vida se parece cada vez más a una telecomedia, y como dice sabiamente el Emperador: "el día que se te pongan en huelga los guionistas, vas a flipar, querida". El caso es que me muerdo las uñas. Si pudiera espiar por un agujerito...

lunes, 7 de abril de 2008

La Vieja Tribu


Mi familia era rara, o eso decía todo el mundo. Casi todo era culpa de mi padre, claro. No era como el de las otras niñas, no trabajaba en una oficina, ni llevaba traje. Mi padre navegaba, pasaba ocho meses al año por el mundo, usaba vaqueros rotos, camisetas de grupos heavy, leía "el jueves", llevaba pendientes y chupas de cuero. No le gustaba el futbol, ni los pasodobles, ni jugar a las cartas en el chigre. Leía todo el tiempo, comía bocadillos, bebía cerveza, escuchaba a Maiden, Judas Priest y los Purpple, odiaba la tele (sólo le gustaba "Dragones y Mazmorras", que veía con nosotros siempre que podía), y andaba en moto. Como todos sus amigos. Como su Tribu.

El resto de la Tribu era un poco más convencional. O al menos llegaron a serlo. Muchos terminaron en oficinas, y usando traje. Mi padre se quedó toda la vida siendo el raro, el irreductible. Curiosamente, y por llevar la contraria, él fue el único que tuvo hijos. El resto se negó a pasar por el aro. Aunque, tampoco les hizo falta, porque ya nos tenían a Godzilla y a mí, los monstruos.

Me crié con la idea de que un hombre adulto normal debía llevar un casco en la mano. Así eran todos los que yo veía entrar y salir de mi casa. Lo normal era que, cada sábado, nuestro piso se llenara de tíos con botas y cazadoras chulas, tíos que se sentaban a ver carreras birra en mano. Crecí oyendo nombres como Sito, Nieto, Cardús, Crivillé, Aspar, Alzamora, Bianchi, Mang, Spencer, Cadalora, Lawson, Capirossi, Schwantz, Doohan, Biaggi... Jamás escuché una alineación del Madrid. Ellas, claro, estaban en la cocina. Haciendo pizzas, bebiendo Tab (alguien se acuerda del Tab?) quejándose de lo guarros que estaban los monos y del frío que habían pasado en Pingüinos.

Las cenas eran apoteósicas. Anécdotas de todo pelaje en las que siempre sonaban frases como "y eso que íbamos de tranquis", "no sé pa qué os picáis", "al puerro aquel lu acuchillamos", "pues en el cruce taben los caramelinos de menta", "aquella pensé que no la daba", "calla, matau, si tengo yo la burra tuya déjote la marca del neumáticu en la chepa", "casi vamos pal matu", "la próxima pol Gobernador, pero en tramu puntuable", "pa habenos matao contra el putu Alsa"... Quién se iba a la cama oyendo aquello?? Una y otra vez, Godzilla y yo aparecíamos por la cocina en pijama, con los ojos como huevos kinder. "No tenemos sueño". El viejo se tiraba de los pelos, la vieja clamaba: "no fuméis eso delante los chiquillos!!" Y, al final, conseguíamos que Calichi nos metiera en la cama y nos contara historietas de Tintín. Nunca me ha gustado leerlas. No sin la voz de Calichi. Las suyas eran únicas.

El Radio (mi viejo), Zúperman, Calichi y Pepeleches. Había otros, claro. El Cables, Baldo, Andrele y muchos que se quedaron por el camino. Mi tío Mon, que se atrevía de vez en cuando, pero que, generalmente, era el tranqui, el sensato, el que les grababa en vídeo y hacía aquellos montajes tan chulos. Pero Zúperman, Calichi y Pepeleches siempre serán los mejores, siempre serán parte de mi familia. Por eso me cabrea que el bombero esté jodido, que le haya trincado esa mierda de enfermedad que no le deja retorcer orejitas, que le apartó hace mucho de las burras y de su vocación. Por eso me cabrea que Zúper esté en la UVI tras dos infartos y les pido a los dioses que me lo dejen tranquilo, ya que el "Oviedo-Gijón Paradas" no se lo llevó por delante. Por eso me da cierto yuyu encontrarme al Calichi lleno de canas y jodido de la espalda tras veinte años en la serrería. Para mí, que tenía nueve años, eran hombres. Ahora lo pienso, y caigo en la cuenta de que mi viejo tenía 35, y, posiblemente, Calichi apenas pasaba de los 30 cuando imitaba al Capitán Haddock, cuando yo le miraba embobada y suspiraba como una idiota.

Mi padre se empeña en que estoy enferma. Asegura que mi filia por los moteros no es normal, que seguro que es un complejo de Electra no superado, que es culpa suya y tiene que llevarme cuanto antes a un psiquiatra. Y bueno. Qué esperabas? Para mí un tío es un poco menos tío si no tiene moto. Un padre es un poco menos padre si no te pone a doscientos ochenta a los doce años y luego te suplica: "no se lo cuentes a la vieja!!!" No, no es imprescindible, claro. Pero si vienen con moto, tienen más puntos (a veces literalmente!) Es como jugar en casa. No tienen que explicarme nada, porque ya me lo sé. Nací con ellos, crecí con ellos. Les entiendo más allá de lo razonable.

Dejadme en paz al Zúper, por favor. Y al Pepeleches. Dadnos un respiro. Mis viejos moteros todavía tienen muchas batallas que dar y muchísimas que contarme.

viernes, 4 de abril de 2008

Y ayer, para cenar, piñas


Lo que viene siendo habitual, vamos. La noche estaba revuelta: demasiados vapores y un tráfico increíble entre la habitación del vicio y la del que va por libre. No sé cual de ellos guardaba el disolvente, aunque por la dirección de las carreras (parezco Grissom!) diría que esta vez los suministradores eran los de la 3, mientras el de la cresta ejercía de yonki desesperado. Lástima, porque no hacía ni dos horas que un vaso de leche a escondidas me había servido como excusa para tener una charla animada en la cocina. Con el más inaccesible, que no es decir poco. Y la conversación me había sorprendido gratamente. No va el tío y me pregunta qué tal se está portando? Muy serio, conste. Me habla de su cambio de actitud, de si los educadores lo hemos notado, de si hablamos de él en la renunión, si debe seguir así... Apunto ciertos detalles. Cuando le dices a cualquiera de ellos: "no te entiendo", lo normal es una risita burlona y que te lo repitan hasta que lo pillas. Son adolescentes, saben que son estupendos y listísimos, y su castellano es perfecto. Si no te enteras, es que andas espesito, no que ellos tengan un acento imposible. Cherokee es todo lo contrario. Le descubro un cierto complejo, y no sólo es por el idioma. Se debate entre los modales y un carácter de las mil putas, ejerciendo de hermano mayor a ratos y saltando como si le pincharas por el comentario más inocente. Vive a la defensiva y parece confuso. Como entre dos aguas, valga la metáfora.

Cherokee puede sonreírte, bailar contigo, hacerte morir de risa con una broma. Dos minutos después, te mira con ese desprecio misógino suyo y te suelta: "dame de cenar, no te pongas chula". Se indigna con los otros cuando tiran el pan a la basura, rebusca en los cubos y recupera los trozos, farfullando que tirar comida ofende a Alá. Pero no puede evitar colocarse como un piojo a diario. Conociendo la opinión de su dios sobre el alcohol no quiero ni pensar lo que diría del disolvente. Cuando no consume, asiste a las trifulcas ajenas con los ojos redondos de asombro, regañando y separando a los que se pelean. Menea la cabeza y se lamenta, tratando de mediar, diciendo a los educadores: "tranquilos, yo arreglo". Y de repente es él el que está sacudiendo a alguien. A ratos se cabrea si le das órdenes. A ratos cumple sin que se lo pidas. Según el momento te deja claro que hará lo que le dé la gana, y luego se encoge de hombros y asegura "sólo somos niños". Seguramente es el más complicado de todos. Siempre me ha dado la sensación de que vive en una encrucijada, sin saber nunca qué es lo correcto. Ayer por la noche repetía: "aquí todo muy distinto. Cosas buenas Marruecos, malas aquí. Algunas no entiendo".

Ayer fue uno de los protagonistas de la velada de boxeo. El otro, para variar, fue Chiqui. No hubo más secuelas que un par de camisetas rotas, además de los golpes involuntarios a la melé. Augusto se hizo con Cherokee, el más grande de los dos. El chaval, completamente ciego de rabia, insistía: "déjame ir, déjame ir!!" El argumento del segurata fue aplastante: "pero tío, cómo te voy a dejar ir?" Y de nuevo una de las reacciones asombrosas de Cherokee. Paró en seco, le miró y dijo: "claro, no puedes". Y se fue a la cama, tragándose el subidón y las ansias asesinas. Logramos la paz pasadas las cuatro. Otra noche bereber.

Definitivamente, Chiqui es carne de cárcel. Le da todo exactamente igual, no respeta nada ni cree tener nada que perder. Mi amenaza no parece haber funcionado tanto como yo creía. Ayer, nuevos acercamientos. No tan directos como antes, pero todo es empezar. Obviamente sigo decidida. En cuanto una de sus manos vaya donde no debe, inauguraré su ficha. Lo que le pase a partir de ahí, sinceramente, me da igual. No será porque no lo hemos intentado.

Esta mañana, la cara de Senegal era un poema. Se le ve agotado. Aún así, se levanta como siempre, desayuna, limpia con ganas y se va a su curso de soldador. "Nadie duerme aquí nunca", suspira al irse. Por qué son tan distintos? Qué puñetas ocurre del Sahara hacia arriba? Lo fácil es pensar que deberían parecerse más. Todos africanos, todos musulmanes. Pero está claro que hay un abismo cultural entre ellos, algo que ningún educador sabe explicar pero todos admiten. Si curras con inmigrantes, la pregunta de cualquier colega es automática: "marroquíes o subsaharianos?" Si respondes lo primero, resoplido, cara de comprensión no exenta de lástima y un "que no te pase nada". Es triste, pero mi gremio se ha rendido con ellos. "No se puede hacer nada, es inútil. No quieren". No entiendo por qué no quieren. No entiendo a qué vienen exactamente. Su plan de vida es colocarse, matarse a palos y enfrentarse a todo. Destilan un odio feroz hacia el país que les acoge. No quieren trabajar, ni estudiar y destrozan sistemáticamente cada recurso que les abre las puertas. Te desesperas, te cabreas, y acabas espetándoles: "toda esta mierda no la podías hacer en Tánger? Para qué coño te has jugado la vida viniendo?" Pero si hasta Abderramán y Boabdil se han rendido ya, ellos, que deberían entenderles mejor, qué podemos hacer nosotros?

Siempre citas las dos o tres excepciones, porque te niegas a caer en el prejuicio. Te niegas a pesar de que lo vives cada noche. Te niegas incluso cuando le has dado mil vueltas buscando una razón y no la encuentras. Por qué ellos no y los subsaharianos sí? Por qué esas diferencias? Por qué estos nos hacen perder el tiempo, se lo cargan todo, desaprovechan cada oportunidad, pasan, se matan despacito, tiran cinco años haciendo el animal hasta que los deportan con las manos vacías? Tanto esfuerzo para terminar así? No creo que la vida de Chiqui haya sido mucho más dura que la de Senegal. Pero son dos mundos distintos. Senegal aprovecha las ocasiones, se sirve de los recursos disponibles, los cuida, los disfruta, se rompe la cabeza copiando frases en español, pregunta, aprende, sonríe, es cumplidor. Tiene una meta clara y es él quien recorre su camino y alcanza sus logros. Nosotros no hacemos nada por él. Sólo estamos ahí, acompañándole mientras camina. Le damos cama, comida y conversación, el resto lo pone de su parte. No tenemos ningún mérito. No hay que educarle ni marcarle el rumbo, ya lo tiene todo planeado. Llegó con lo puesto, como todos los demás, pero avanza. No se le perdieron los planes en el viaje. Las cosas están claras: quería venir a España a aprender un oficio, trabajar, ganar dinero para ayudar a los suyos y poder volver algún día con garantías, con una expectativa mejor que la que le ofrecía su país. Y en ello está, sin dramas, sin apartarse de la senda marcada.

Senegal madruga, coge el autobús y se va a su cursillo de soldador. Y por las tardes se deja los codos con sus "deberes" y mejorando su castellano. Disfruta de lo que ha encontrado aquí. Llegó con las manos en los bolsillos, como ellos. Pero ya es la estrella de su equipo de fútbol, y el lunes salió su foto en el periódico porque marcó dos goles. Hasta le queda tiempo para eso, para pasarlo en grande, para llamar a la familia y contar todo lo que ha conseguido ya. Prefiero no imaginarme los motivos por los que Chiqui acabará saliendo en la prensa.

jueves, 3 de abril de 2008

Más bebés

Decidido. Que me pongan siempre con Avilés. Por favor. Suplicaré si hace falta. Trabajar con este hombre es una auténtica maravilla. Los monstruos no se pegan, no chillan, no dan la brasa, no destrozan los muebles... me encantaría decir que no consumen, pero eso ya es pedir demasiado. Se ponen ciegos igual, cierto, pero en paz y en silencio. Se van a la cama temprano y hasta se levantan para ir a clase!! Never seen before. Este tío pertenece a una raza de super educadores. Fijo.
El negro es un color bonito, verdad? De hecho, siempre ha sido mi preferido. Es elegante, misterioso y toda la parafernalia. Cosa que se puede aplicar al luto, por lo visto, y yo sin enterarme. Cómo si no se explica este expediente x que me persigue desde hace un par de meses? Ahora es Elvis el que me tira los tejos. El segurata más tarado a este lado de El Ñeru (a este lado, al otro, en la escalera, en el porche y donde quiera que lo pongas, está definitivamente pa encerrar, el pobre) Que los dioses me den paciencia y que Avilés deje de reírse de mí. En fin, es la historia habitual. A tontos y a locos, Ro, que son los más fáciles (al menos en teoría, porque en la práctica ni eso!!)
Nuestro pobre Guinea está ingresado y tiene para un mes. La cosa pinta fea y pesada, aunque él, angelito, no se queja. Habrá que organizar comandos de visita. A consejería, por supuesto, ni palabra de la duración del ingreso. Son capaces de ocuparle la plaza y no nos da la gana. Fantasma ha vuelto por el Reino Astur, aunque no tenemos sitio para él. Está en el otro centro y suponemos que vendrá de vez en cuando a echarse unas risas. A ver si nos cuenta su odisea huyendo de la policía. Parece que la amenaza de denuncia ha surtido efecto con Chiqui. Ahora mira al suelo cuando nos cruzamos y sus manos permanecen prudentemente dentro de sus bolsillos. Bien. Ayer me dio el beso de buenas noches más casto y fraternal que recuerdo en mucho tiempo. Supongo que también ayuda el hecho de que los demás le hayan reprendido y que, cansados de sus follones, empiecen a dejarle solo. Va perdiendo puntos, ya no les resulta tan divertido y rompedor como antes. Incluso su alma gemela se distancia: Novato, al que, por cierto, a partir de ahora cambiaré de apodo. En primer lugar porque hace mucho que dejó de ser el Novato. Y, en segundo lugar, porque tiene su propio mote, conocidísimo a este y el otro lado del estrecho, reconocible en centros de acogida de todo el país y pronunciado por cada nuevo inquilino de El Ñeru: "está aquí Rivaldo?" Su fama de tío duro le precede, aunque Avilés está obrando milagros con él.
El notición de la noche: era la una y media, todo estaba en calma y llegó un mensaje al móvil de la nave nodriza. Rastas nos anunciaba que acababa de ser padre. El primer bebé de El Ñeru (sin contar a Elvis) Albricias. Enhorabuena, compañero. Lo vas a disfrutar como un enano. Esta mañana, vía teléfono, su voz sonaba mágica. Está en una nube, no se puede negar. Y yo que me alegro.
Mensaje para Too Fast (por si cuela que aparece por aquí): esto no es serio. Que sepas que me has descoyuntado la semana entera, campeón. Estoy al revés! Todo el martes mutando como un perezoso, el miércoles más de lo mismo... claro, me pasé la noche en vela mirando al techo y charlando con la radio. Para una vez que nos dejan dormir estos salvajes... Vamos, que ando cayéndome por las esquinas. Calculo que de hoy no pasa, habrá que volver a la normalidad. Como toque sarao, me vas a oír (ya, ya sé que cualquiera que me conozca sabe que siempre vivo al revés, pero hay que echarle la culpa a alguien)
Vamos, Lenka, tú puedes. Dos noches más y a disfrutar del fin de semana. A por ellos, que son pocos y cobardes.