Ya puedo proclamar (esta vez en serio) que tengo poderes. Y con la Guaja de testigo, que es persona sensata y fiable. Ayer andaba yo con la mosca particularmente zumbona, así que, ante la posibilidad de que se me cayera la casa encima, me fui a ver a la bostera, que, además, se nos va en cuestión de horas y había que despedirse. Siendo interpelada sobre la situación geográfica de mi contrario, teniendo yo los pendientes de corbata y la bilis atragantá, y no queriendo aburrir ni perturbar a la inminente viajera con mis mondongas, procedí a un despliegue de sandeces varias tratando de quitar hierro al asunto. "Ya verás, tía. Ostias habrá por la Termomix". Y lo guapa que estoy callada?? Ein??
La verdad es que esto ya aburre. No es un don, no, es un coñazo. Porque esta clarividencia mía tan cool no me sirve para acertar una quiniela, no, chuminadas las justas. Sólo me vale para acertar los argumentos de las series, las pelis, los libros y alguna gente. Por eso me gusta "Perdidos". Porque no hay dios quien se aclare. Se podría pensar que eso de adivinar a la peña mola que te pasas. Pero no. Para empezar, con ellos no funciona. Eso explica la cantidad de tortazos que me he llevado hasta ahora. Porque con ellos no daba una, oye. O, lo que es peor, sí la daba, pero no quería verlo. Siempre me esforzaba al máximo en escoger mal, en cegarme como una tarada, en desoír las señales de alarma y tirarme de cabeza al vacío. Pero con ellas... ay, con ellas. Con ellas aún estoy esperando equivocarme.
Ya conocéis el mecanismo, porque os lo he contado. Tipa se cruza en mi vida. La miro. La escucho. Nada. Todo bien. A partir de ahí, me caerá peor, mejor, le caeré fenomenal o como una patada en los ovarios, pero nos dejaremos vivir. O incluso nos adoraremos. Segunda opción. Tipa se cruza en mi vida. La miro. Pelos como escarpias. Me regaño. Otra vez no, cohone. No empieces con tus neuras. La vuelvo a mirar. Piel de posho. Mierda, ya estamos. Me suelto el discurso de persona tolerante, abierta y sensata que soy. Si no la conoces. Si no tienes ni idea. Si no te ha hecho nada. Ya te vale. Serás mala gente y prejuiciosa. La escucho. Danger, danger, danger. Me repito el rollo como un mantra, pero no me lo creo. Espero, espero, observo. Más pistas. Por aquí vamos muy malamente. Y entonces, dependiendo de las posibilidades, o bien mantengo la distancia (siendo educada, que me enseñaron bien, o eso quiero creer), o bien salgo a escape. O bien la soporto, si no me queda otra, y me muerdo la lengua. Porque un simple: "es que a mí esta chica no me acaba de llegar..." suena pérfido, marujil, suena a envidiota mala, a celos chungos, a resabiada. Y me hace sentir culpable. Menos chachi, menos cool. Mala persona, vaya.
Así que toca tragar. Al menos hasta que no puedes con la vida. A veces hay suerte y algún alma piadosa te suelta en plan confidencia: "yo es que a la penca esta no la ubico..." Y entonces suelto tripa y me relajo. Menos mal. No soy la única. La otra pécora (suele ser otra mujer) y yo nos ponemos a analizar la situación. En plan guay, ojo. Sin despellejamientos. Es que cuando dijo... y recuerdas aquella vez? Tía, qué detalle más feo. Y esa forma que tiene de mirar a la gente. No sé, no sé. Y, para no reconocernos oficialmente malvadas, soltamos un: "pero oye, lo mismo estamos metiendo la pata del todo!" Claro. Ja. Pero nunca se escapa una mirada cómplice que significa: "ya verás, ya". Eso sí, puede constar en acta que no hemos sido malas. Pero ambas sabemos que tenemos razón, que es cuestión de tiempo. Y, en el colmo del buen rollo, añadimos: "bah, seguro que al final es majísima". Malas no somos, pero cínicas, un rato. Se nos perdona porque es cinismo del bueno. Del de: "pues voy a hacer el esfuerzo por que me caiga bien, puñetas. Y ojalá me equivoque con ella". Aunque haya una vocecita repipi dentro canturreando: "no te lo crees ni en sueñooooos..."
Me encanta tener razón, como a todo el mundo, supongo. Somos así. Pero algunas veces, en estos casos, me repatea. Porque no gano nada teniendo razón. Porque el tener razón implica un montón de problemas. Porque equivocarse sería lo contrario, la tranquilidad, el "aquí no pasa nada", el "mírala, qué maja es y yo pensando mal". Pero tengo razón. Vuelvo a tenerla. Y me jode, porque eso significa que alguien está herido, decepcionado. Y no lo merece. No, él no.
Así que, permitidme que me desahogue, pegando algunos gritos desde El Torreón. De entrada, me voy a ciscar en las liberadas, en las feministas, en las progres de boquilla y en la madre que las parió a todas ellas. Para seguir, en las lloricas, en las víctimas, en las superadas, en las consentidas, en las depres, las taradas y las mantenidas de treinta años. Me importa un pijo la pasta, el piso y la puta termomix. No es mi guerra. Pero lo del chantaje, reina... eso sí que no lo llevo. Déjate de tanto reiki, tanta neura y tanta pasti. Y madura.