miércoles, 31 de marzo de 2010

Más Síndromes


Recordáis mi entrada sobre Síndromes Diversos? Por si os da pereza pinchar, os resumo (juas) que se trataba de una disertación iracundo-humorística sobre todas esas gilipolleces que alguien se inventa para confundirnos y sacarnos las perras a costa de nuestra salud. Como eso del "Síndrome de Sissi", urdido por un avispada farmacéutica alemana y que consiste, básicamente, en decirte: "usté está deprimido. Lo que pasa es que no lo quiere reconocer y por eso no presenta síntomes visibles. Pero lo está, lo está. Una depre de caballo. Tranquilo, que tenemos unas pastillas estupendas pa lo suyo". O sea, unas pastillas estupendas... para nada. Porque, señor mío, cuando no hay síntomas de algo, generalmente es porque ese algo no está. Parece obvio, no? Pues no lo ha sido para varios millones de alemanes que tragaron, que ya están diagnosticados y que están pagando su tratamiento. Demencial.

Y como yo no quería ser menos que una farmacéutica alemana (empresa, se entiende, no una teutona despachante de aspirinas) empecé a catalogar síndromes diversos descubiertos por mí. En esa entrada mencionaba el archifamoso "Trastorno Histérico del Yo-contra-el-mundo", también conocido como "Trastorno de la Lámpara de Ikea" (para más información, se siente, léanse el ladrillo pertinente). Pero es que hay más. Oh, sí. Vaya que si los hay. Y seguro que también os suenan.

Síndrome Disociativo "No tienes ni puta idea": Dícese del conjunto de síntomas manifestados por aquellas personas que SABEN la VERDAD INDISCUTIBLE sobre CUALQUIER materia y, por tanto, no pierden ocasión de recordar a los demás que ellos NO SABEN de qué coño hablan.

Tipos:
El Lisensiado: No, perdona, a mí no me discutas porque YO SOY... (historiador, economista, físico nuclear, peluquero, chapista, tonto del cipote, no importa. ÉL ES. Y tiene un papel que lo acredita)

El vivío: Mira, guapina, tú habrás leído mucho y to lo que quieras, pero la vida, maja, la vida es la mejor escuela. Y YO DE LA VIDA estoy de vuelta porque las he pasao muy putas y metenío que espabilar... (el analfaburro, la niña de papá, el chulo piscinas, la enterada del barrio, el rey del chigre)

El gafapasta: Pero por favor, pero cómo osas, cómo OSAS insinuar siquiera que el trabajo de Trócolo Fosfato no tiene mensaje, por el amor de Dios, si todo el mundo sabe que desde Potorrín DeFuá el arte ha muerto, pava, mentiendes? El-ar-te-ha-muer-to!!!! Y tú eres cómplice de ello, ignorante, burguesa, reaccionaria!!!!!

El Bleidraner: todo es culpa de los lobbys sionistas, de la desestructuración del ente espiritual del YO como oposición al ELLOS y de la subida del butano como medida de presión mediática ante la opresión de las cabras tibetanas. Es que sois gleba, tronca, sois rebaño, no veis, no sabéis, no pensáis, os dejáis engañar por el ruido, tía, el ruido! Es tan dura la certeza, tan ingrato el conocimiento, tan negro e inabarcable el abismo de mi alma... (HE VISTO COSAS QUE NO CREERÍAS...)

El Dogmas: A ver, monina, VUESTRO problema (en ese VUESTRO cabemos todos) es que no queréis entender. NOSOTROS (peperos, sociatas, del Numancia, negros, feministas, catoliquísimos, muysulmanes, ateones, de las Juventudes Protónicas de la Chirimoya Errabunda) SABEMOS que...

El Cotorra: Hombre, verás, AHORA VAS A SABER MÁS TÚ QUE... (Losantos, Marujita Díaz, Platón, mi tía Paca, Zapatero, El Duque, La Esteban, Marx, Aznarín, mi papá...)


Hay más. Pero eso será otro día. Bienvenidos todos, niños y niñas, a esta nueva sección que promete ser prolífica, blasfema, totalmente prescindible y pelín cínica. (Pero... y lo bien que me quedo??)

martes, 23 de marzo de 2010

Darte tu merecido


Pocas cosas me producen mayor vergüenza ajena que ver a uno de tantos tarados acudir a cualquiera de los shows buscatalentos tan de moda últimamente y hacer el ridículo. Esa clase de peña de la que te preguntas: "pero, no tiene familia o amigos? Nadie que le diga que no vale pa esto?" Es ya un clásico en la tele, esa interminable parada de los monstruos. Se dan varios formatos, del caza estrellas al corrillo maledicente, pero es lo mismo. Unos se dan más pisto que otros. Puedes renunir una banda de aspirantes a ídolos o invitar a plató al patético de turno (cantante, actor, pitonisa, poeta, lo mismo da), y partirte el eje a su costa. No sé por qué, pero eso mola. Lo insólito del asunto es que haya tantas personas (con talento e incluso sin él) que insistan en merecer una oportunidad.

Merecer. Un verbo curioso. En realidad todos creemos merecer algo. Si no todo cuanto deseamos al menos una parte significativa. Lo merecemos, por supuesto. Y se nos tiene que conceder. No hace mucho lo comentaba con una amiga. Nos empeñamos en que merecemos las cosas y nos hundimos cuando no salen bien. Pero qué es lo que nos hace creer que merecemos? Qué tenemos de especial como para merecer cosas? El hecho de poseer una cualidad, un don incluso, ya nos cuelga la etiqueta de "merecedor"? Por qué? En base a qué? Como escribo bien (o eso creo yo) merezco ser una novelista de éxito? Bien, puede que lo merezca así en crudo. Pero por qué yo? No hay otros mejores? No puede ser que no sea en realidad tan buena, o que lo sea pero no guste? Obviamente puedo luchar para conseguir tal meta, pero nada me garantiza alcanzarla. Nada. Puede que verdaderamente tenga talento, pero quizá no tenga suerte. O no encuentre el modo. En fin. Es como para enfadarse con el mundo y con la vida, empecinada en que se me debe algo? No es más sencillo asumirlo, cambiar de esquema (en lugar de permitir que al caerse él se me caiga el mundo entero) y vivir?

Hay variables que controlamos y otras que no, llámense azar, destino, dios, oportunidad o lo que guste. Pasar por alto ese detalle me parece una temeridad. O pura candidez. Por qué a mí, decimos con mucha frecuencia. Anda. Y por qué debiera pasarle a otro? Quién lo merece más o menos que tú? Quién decide tal extremo? No es justo, decimos. Nadie dijo que lo fuera. Merezco esto, no merezco lo otro. Quién merece qué? Qué le debe la vida a cada cuál? Es que no funciona así. Es que la vida no entiende. La vida, ya lo dijo la gran filósofa Marisol, es una tómbola. Básicamente no distingue, y le importa todo un pijo. La vida reparte papeletas y lo mismo te toca el gordo que un cáncer. Qué merecías más y por qué razón? Claro, todos diríamos que merecemos el premio, pero nunca el dolor. Pero es que las reglas no son esas. No hay reglas. Nunca las hubo.

Nos han malcriado mucho y nos han incapacitado para enfrentar la decepción. Nos han vendido que la vida es una madre amorosa incapaz de hacernos pupa, un cuento de Hollywood, todo saldrá de perlas porque yo lo valgo. Nos lo hemos creído. Y aquí estamos, como pollos sin cabeza, tullidos en las barbas de la Gran Putada Cósmica. No hay derecho. Yo lo merecía. Que alguien me compense por esto. Por qué aquella sí y yo no? Yo lo quería! Ahora me enfado, me deprimo y no respiro. Yo no puedo, que alguien tire por mí, que alguien me etiquete, me medique y me dé la fórmula. No hay fórmulas tampoco. Toca vivir y pagar la cuenta. Es así, para bien y para mal. Encájalo con arte.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Por mi cara bonita


Jamás en la vida he usado cremas. De ningún tipo. Soy de esas tías que pasan (hola, Guaja!!) y que no tenían ni idea de que no se podía una lavar la cara con el mismo gel de ducha o el jabón de manos por no sé qué misterios del cutis. Una de esas tías que no se cuidan, y andan zarrapastrosas por la vida. Todavía juego a escribirme cosas con la uña en el pellejo de mis piernas, porque eso del bodymilk da pereza y se me olvida. Tengo canas desde los 23 o 24 años y, aunque me tiño el pelo, lo hago sólo cuando me acuerdo (dos o tres veces al año) y porque me gustan los colorines. Mis canas siguen ahí, impávidas y desafiantes. Tengo celulitis y estrías, y no me creo que exista nada para combatir tales cosas. Cosas que, por otro lado, no son una enfermedad, por más que nos lo repitan, y si las consideramos antiestéticas es únicamente porque algún listo lo decidió así. En otras épocas y culturas la celulitis es el sumun del erotismo. Tengo manchas del sol en la cara, marcas de Bruja en el cuerpo, acné (que con las canas hace un efecto raruno como de niña vieja), arruguitas cuando me río o me enfado y unas ojeras de oso panda herencia de abuela paterna y signo distintivo de familia. Insisto, no creo que haya cremas contra la vida ni contra lo que una es. Pero es que, además, no tengo ganas de perder mi tiempo ni de invertir mi pasta en esas cosas. La verdad.

Y resulta que mi madre (porque así son las madres) va y me regala un kit completo de belleza y cuidado facial de ese la pasada Nochebuena. Y yo se lo agradezco y meto los botecitos en el armario. Son muy monos, los botecitos. A mí los botecitos siempre me han encantado. Para verlos y olisquearlos, mayormente. Y el otro día, insensata de mí, me pongo a revisarlos, a leerles los cartelitos, a descifrar para qué será cada cosa y en qué orden se usarán. Porque esto tiene un orden, claro. Y un método. Hay que aplicarse esta con leves movimientos circulares. Y la otra en toquecitos. Con todas esas debes evitar el contorno de ojos. Con esta no, porque es para eso precisamente. Un universo, esto de las cremas. Y aquí me tenéis, como una cría de 11 años jugando con los potingues maternos. Sólo que cerquita de los 32.

Buena la has hecho, Mamma. Me gustan tus ungüentos. Huelen bien, no me dejan la cara como metida en mantequilla, no son pringosas. Molan. Y sí, milagro, quitan los granitos y las manchas, y tengo el cutis como culito de lactante. Ideal. Y me digo, bueno, oye, tampoco es que estés cometiendo un sacrilegio por echarte algo a la jeta y evitar llevarla despellejada, como sueles. Además, fíjate. En la vida has oído hablar de la marca esta, ni sale por la tele, ni la votan las lectoras de Telva. Lo mismo es una línea barata y todo. Fisgo por la red y me quedo pálida. Hidratada, pero pálida. Resulta que la zarandaja esta sólo se vende por internet, a precio de oro (casi 250 euros cuestan los 7 botecitos de mi armario!!!!!) y si te registras en una especie de mafia. Que si oportunidad única, que si negocio sin riesgos, que si mínima inversión (en dólares), que si te mando las milongas y por cada cliente nuevo te doy puntos canjeables... todo muy raruno y sospechoso. Oiga, que yo lo que quiero es un jodío bote de crema! Pues dese de alta. Posvaserqueno.

Que cómo se las ha ingeniado mi augusta madre para hacerse con tales maravillas? Pues como hace siempre, bendita mujer. Adecentando casas ajenas de gente muy pomposa y asintiendo con una sonrisa a la eterna frasecita de: "mire, que esto lo iba a tirar a la basura, pero que si lo quiere pa usté". Y luego nunca es para ella, sino para mí. A ver si hay suerte y te dan más, Mamma. Porque estas me las echo, lo juro. Pa que luego digas que si soy un desastre y una "sobediente". Verás cuando se me acaben, qué disgusto. Con lo tranquila que yo vivía, madre. Anda que, si llegamos a saber cuánto valen las chufas esas, las hubiéramos vendido en el rastro como mínimo, que no???

jueves, 11 de marzo de 2010

Naufragios


Hace treinta años la Mamma cumplía 29 y el Pater aún no llegaba a los 28. Llevaban menos de una década casados y unas cuantas aventuras a cuestas por los mares del orbe. Yo aún no había soplado las dos velitas, y aunque mi progenitora fue siempre una de esas madres vigilantes y protectoras, de vez en cuando se animaba a recurrir a los abuelos y partía con su marido a ver mundo. El María Alejandra era su barco favorito, el de ambos. Un superpetrolero moderno y con comodidades inexistentes en otros buques. Imaginaos. 122.599 toneladas de registro bruto, 92.900 de peso neto y 239.010 de peso muerto. Medía 328,51 metros de eslora; 51,06 de manga y 20,30 de calado. Alcanzaba una velocidad de 15,25 nudos a régimen normal. Era propiedad de la empresa Maroil y entró en servicio en abril de 1977 tras haber sido construido por Astilleros Españoles S.A., en la factoría de Cádiz. Hacía la ruta del Golfo Pérsico, cargaba crudo y doblaba de vuelta el Cabo de Buena Esperanza. Estaba previsto que mis padres embarcaran en él, pero hubo un cambio de planes y fueron destinados al Vanesa, lo que provocó un cabreo de mi viejo, porque no le gustaba demasiado aquel otro barco. En algún momento durante aquellos días, mis padres coincidieron con un amigo que solía navegar en el Vanesa y, al contrario que ellos, había sido destinado al María Alejandra. "Y encima me olvidé el radiocassette en el camarote!", se lamentaba el chaval. "Anda, igual que yo", le dijo mi padre, "así que ya sabes, tú usas el mío, yo el tuyo y ya nos los cambiaremos".


El mediodía del 11 de marzo, cuando apenas hacía una hora que la tripulación había comido, el María Alejandra surcaba la costa de Mauritania. Hacía mal tiempo. Sobre las 13:30 una gran explosión estremeció a todos, disparando fragmentos de cristal en todas direcciones, volando las antenas y cortando así las comunicaciones con el exterior. Pocos segundos después una segunda explosión trajo la oscuridad al barco y encendió el fuego. La tercera y última detonación dirigió la proa hacia el fondo. El barco se hundió en cuestión de minutos. Uno de los tripulantes narraba después cómo el primer estruendo le hizo saltar de la cama en plena siesta, cómo no tuvo tiempo siquiera a llegar a la puerta cuando ya sonaba el segundo y su impresión al lograr abrirla y ver que ya el agua corría por el suelo. Tras la confusión y el terror, los tripulantes se vieron en medio del mar, tratando de asirse a cualquier cosa y peleando contra el oleaje que les arrastraba hacia el fuego. Los supervivientes, sólo siete de cuarenta y tres, resistieron doce horas hasta que fueron por fin rescatados. Se recuperaron siete cadáveres y hubo veintinueve desaparecidos.


Las noticias iban llegando. Mis padres, a bordo del Vanesa, no daban crédito a lo que estaba pasando. Seguramente fue el cumpleaños más amargo de mi madre. Por un lado el inmenso alivio de estar a salvo. Por otro, la desolación por los compañeros. Mientras tanto, en casa, la familia no sabía que en el último momento mis padres habían embarcado en otro buque en lugar de en el María Alejandra, como habría sido lo habitual. Sencillamente los dieron por muertos, y hasta llegaron a plantearse qué se haría conmigo. Finalmente y por puro azar, mis padres evitaron la tragedia, yo no quedé huérfana y mi hermano pudo nacer un año después. Precisamente en 1981 a mi padre le tocó el incendio del Julia, ese en el que un compañero perdió la vida por inhalación de humo. Una vez me confesó que entonces, solo en la telegrafía, sujetándose un pañuelo sobre la cara para no asfixiarse y enviando mensajes de auxilio, tuvo la certeza de que iba a morir, de que había llegado su hora, y que sólo pudo pensar en mí. No hace mucho, un reconocido escritor ex corresponsal de guerra nos contaba durante una cena que, sencillamente, alguien que se dedica a ciertas cosas asume con qué cartas juega. Y, junto a él, lo asumen los suyos. Por eso uno puede irse (a la guerra, al mar) y otros pueden dejarle marchar. Se vive con eso. Sin más. Tanto se vive con eso que mi viejo siguió navegando, y le alcanzó la vida laboral para compartir barco y correrías con uno de los hijos del Capitán del Alejandra. Ese que, a pesar de todo y como muchos otros, se atrevió a seguir el mismo camino.


Que mis padres puedan contarlo es algo que nunca terminaré de agradecer. Algo que te llena de alivio y de culpa. Alivio porque les tienes, culpa porque otros no pueden decir lo mismo, y merecían decirlo tanto como yo. Hoy toca recordar a muchos muertos, a muchos amigos perdidos en muchos naufragios. Descansen en paz. Y gracias, siempre gracias al María Alejandra y al Julia, que no se llevaron a los míos. Feliz doble cumpleaños, Mamma. Qué felicidad el conservarte.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Marcas de Bruja


... y así es como se ve mi espalda con luz ultravioleta. Sólo es un pequeño detalle, imaginad la espalda entera. El nombre científico (siempre tan poco atractivos) es Pitiriasis Versicolor. A mí me gusta llamarla Vía Láctea. Aunque parece más bien la Maldición Lux Negra. Si el buitre de discoteca está lo bastante bebido (o desesperado) no dudará en acercarse y comentar la belleza de mis pecas. Y yo volveré a preguntarme cuántos tíos habrán visto alguna vez pecas fosforescentes.

En fin, lo prometido es deuda. No son las mejores del mundo porque existe una cierta incompatibilidad de caracteres entre mi cámara y mi ordenador. Digamos que lo suyo fue odio a primera conexión. Y, además, la presente hechicera padece de una rara e incurable aversión hacia esas magias negras modernas. En cualquier caso, y para agradecer la explosión de comentarios, el magnífico aquelarre y la valentía de las compañeras de congregación, expongo públicamente mis señales. Eso sí, las falsas. Porque las auténticas, las de nacimiento, los lunares (en el ojo, la pequeña galaxia y el triángulo) sencillamente se niegan a salir como es debido. Se ve que sólo quieren mostrarse en directo. Sea como sea, he aquí algunas de mis marcas.

Si quieres verlas, Cruza El Espejo...