miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cenicientas


Hay ciertas etiquetas y roles contra los que se puede luchar. Pero hay que querer. Hay que tener claro que vas a oír hasta aburrirte lo rara que eres, lo pasota, lo chula, lo marimacho incluso. Que eres menos mujer que otras. Vas a cabrear a no pocos tíos (los hay que se indignan cuando una tía piensa, no te digo nada cuando se niega a hacerles de madre/enfermera/secretaria y los saca de una coz de ese egocentrismo infantil tipo "soy el rey del universo porque me lo dijo mi mamá") y seguramente a más tías. Te van a soltar muchas veces esos impagables clásicos tipo: "cuando seas madre ya me lo dirás, lo que pasa es que tú has tenido suerte con tu novio, eso es muy fácil decirlo pero a la hora de la verdad". Es curioso, porque dichos mantras los repiten las que más dicen sufrir. A lo mejor es que necesitan convencerse de que vale la pena. A lo mejor necesitan creerlo, o les hace falta una excusa para no perder los papeles (femeninos) y mandarlo todo al cuerno. No lo sé.

El caso es que pasamos el fin de semana entre parejas de moteros, y yo sabía muy bien cómo iban a discurrir las cosas. Pase que no contaba con el berrinche de un cuarentón al comprobar que una de las invitadas no quería acostarse con él (lo admito, no fui capaz de imaginar algo tan surrelista), pero todo lo demás lo tenía claro. Los tíos se dedicarían a ver la tele, hacer el burro y beber, mientras las tías ponían y quitaban la mesa, cocinaban, fregaban platos, limpiaban, hacían camas y demás lúdicas actividades. Y qué haces? Te apoltronas con ellos y dejas todo el curro a las otras? Montas un cristo? Tragas? Al fin y al cabo, no estás en tu casa. Y, dentro de lo malo, es un alivio descubrir que tu pareja no se cavernicoliza al contacto con ciertos especímenes. Siempre es el único que hace algo. Cortar leña, encender la chimenea y la cocina de carbón, pelar patatas, hinchar colchonetas, lo que toque. Y, por supuesto, escanciar sidra para el sufrido y atareado bello sexo. Por lo visto, para el resto del mundo las cosas cambian poco.

Tras un par de horas en la cocina, una de las chicas pronuncia las palabras mágicas: "a comer!!" y un rebaño de cernícalos baja en tropel las escaleras (menos el Trasto, que estaba terminando de colocar fuentes y bandejas). Ya me calienta el rebuzno de uno de los machos: "joder, toda la mañana cocinando y sólo hacéis una tortilla??" Tiro de mi mejor sonrisa para espetarle (con cariño y respeto): "Si quieres más tortillas la cosa es fácil. Levanta esos huevazos de la silla y haz las que te dé la gana". Risitas, cachondeo, sonrojos y el impepinable "mujer, cómo te pones, era broma". Nos esperaron para empezar a comer? No. Para qué? Por qué? Hago notar el (feo) detalle a mis compañeras y una de ellas suspira: "bueno, pobres..." Y ahí exploto. "Pero me cago en mi vida! Pobres qué? Que se han tirao tol día arando, o qué coño pasa???" No puedo con esto, simplemente.

La suspirosa en cuestión (que ha estado 24 horas en tensión constante, preguntando a cada tío qué quiere o qué necesita, ahuecando cojines, sirviendo cacharros, corriendo de un lado a otro para satisfacer cada antojito y faltándole sólo amamantarles y limpiarles el culo) se me queda ojiplática perdida. "Jolines! Tú eres de las tremendas!", me dice la criatura. Atención: de las tremendas. Luego se me arrima en plan confidencial y suelta muy bajito, para que nadie la oiga: "si es que tienes razón". Acto seguido, sale disparada al comedor y pregunta a los muchachos: "entonces queréis que haga otra tortilla o no hace falta?" Y yo me rindo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

91


- Dígame.
- A ver... creo que alguien por ahí cumple una jartá de años...
- (Risa socarrona) Oye... cuál de ellas eres? (Se refiere a cuál de las 21 mujeres de su vida)
- La más vieja de las pequeñas.
- Hombre! Hola, mi cielo! Qué tal estáis?
- Muy bien, güelito, muy bien.
- Me alegro, me alegro. La jefa?
- Bien, bien, como siempre.
- El jefe?
- De viaje, creo. Ya sabes, pacá y pallá.
- Ya, ya, como siempre. El pollo? (Mi hermano)
- Currando, que no es poco!
- Bueno, bueno, eso está bien. Tu moreno?
- Sigue de baja, así que echándole cuento.
- Pero está bien, no?
- Sí, sí, perfecto. Esperando, ya sabes.
- Bueno, qué remedio. Estando bien...
- Qué tal vosotros?
- Bien, gracias a Dios.
- Qué se siente?
- Pues fíjate, justo acabo de nacer ahora. Madre siempre contaba que salí más o menos a medio día.
- Míralo que listo, a la hora de comer!
- (Risas) Bueno... mucho de comer no había, pero algo me tocó. Si no no estaría aquí, verdad?
- Eso seguro. Se nota alguna diferencia?
- Bah, no creas. Me puedo sentar y me puedo levantar luego, o sea, que pa esta edad estoy divinamente. (Risas)
- Anda, anda... algo más harás que no nos cuentas.
- Ya sabes que no tengo ningún secreto. Sigo de corredor de bolsa.
- Mande??
- Eso. De corredor de bolsa. Haciendo los recaos.
(Más risas)
- Qué tal la Doña?
- Aquí la tengo. Te la paso.
(...)
- Bueno, mi cielo, un millón de gracias por llamar.
- Sólo faltaba! A ver si pasamos un día con un bizcocho rico, echamos la parrafada y fumamos unos porros (cigarros).
- Cuando queráis. Ya sabes que esta es vuestra casa.
- Vale, güelito. Un beso!
- Un beso, mi sol. A ser feliz.

Contigo cerca, seguro. Qué suerte tenerte. Qué lujo.

martes, 9 de noviembre de 2010

Tantos gilipollas...


... y tan pocas balas. Joder. Hay gente a quien se la suda todo. Especialmente el resto del mundo. No sé si porque son unos cabrones sin civilizar o porque son unos imbéciles sin civilizar. Dudo. Mezquindad o estupidez. La gente molesta y mucho. Lo que no tengo claro es si detrás de ese tocamiento de pelotas hay un insolidario "que les den" o un boquiabierto "ay, no me había dado cuenta". Pero coño... es que tienen que ser muy subnormales pa no darse cuenta de lo evidente. Ejemplos:

Si yo llego a casa a las dos de la mañana y me pongo a charlar con mi pareja sobre los aconteceres del día en el mismo tono que usaría a las tres de la tarde... cómo es posible que no sea consciente de que estoy dando pol culo a medio edificio??? Cómo puede haber personas tan hijas de perra o tan zopencas??? Tan incívicas o tan asnas??? Pase que seais unos voceras (de mierda) y os dediqués durante todo el día a hacernos partícipes de vuestra vida (de mierda), pero nunca habéis notado que en plena noche el ruido molesta? En serio?? Nunca os ha despertado una cisterna, un taconeo inoportuno, un ataque de tos del viejito del cuarto, el llanto de un crío o la puñetera vespino del escape reventao calle arriba? Qué suerte la vuestra.

Mis vecinos son de traca. Si no los sufriera no me los creería. La pareja de carcas con la que comparto rellano, para empezar. Señor Cizañas y Doña Rutina. Cada maldito día hacen exactamente lo mismo, con puntualidad milimétrica. El circo amanece a las ocho. Cada uno desde un baño, a grito pelado, ponen a parir a los compañeros de curro, la gente del barrio, familia, amistades y universo en general. Mientras curran es la paz absoluta, claro. Cuando llegan, el terror. Se hablan todo el rato. No se puede decir que a esta pareja les haga falta diálogo, la verdad. Claro, nunca discuten. Ya tienen bastante con poner verdes a los demás. La zorra esa, el gilipollas aquel, la payasa de Fulana, el enterao de Zutano... Debe ser triste ser tan listo, tan profesional, tan guapo, tan perfecto... en un mundo de lerdos. Mientras ella pasa el aspirador, hablan. Mientras él está sentado en el trono, hablan. Se desgañitan hablando. Los viernes, sin falta, cenan fuera. Vuelven a la una y media o dos, siempre. Se duchan por turnos y hablan. Calculad los berridos que hay que pegar para entender lo que el otro te dice desde fuera cuando tú estás bajo el grifo. Si no salen, te deleitan con su dolbisurraun a toda leche, y juro por dios que nos tiembla la pared del salón. Teniendo en cuenta que está el pasillo de la escalera en medio... calculad otra vez.

Los de arriba. Estos no hablan, estos se pelean. Pasan la vida con el "imbécil" y el "histérica" en la boca. Lo que no les ha impedido reproducirse, trayendo al mundo a un monstruo insoportable, como no podía ser menos. Porque una cosa está clara: si hay gente perfectamente normal que se vuelve mema al engendrar... imaginaos cómo de memos se vuelven los que ya eran memos. Estos dos tuvieron la genial idea de subir al neno en un tacataca de esos (además de idiota, patizambo os va a quedar) y tenerlo corriendo veinte horas diarias por el piso. Supongo que así no les molesta. A ellos. Un aciago día, el pequeño piojo descubrió lo tronchante que resultaba jugar al trenecito empujando sillas. Y hasta hoy. Llevamos como seis meses tragando bilis ante el festival de arrastrones. Preguntándonos cómo es posible que ni el esmirriao ni la vacaburra sean conscientes de tal estruendo. Va a ser cierto que algunos padres, además de idiotas, se vuelven sordos. Sus cascajos nunca les molestan, ergo es imposible que molesten a nadie.

Hoy me ha dado un ataque. He subido (cosa que debí hacer tiempo atrás) y, esgrimiendo mi mejor sonrisa (lo último que quiero es una guerra abierta entre vecinos, aunque, creedme, sois demasiado gilipollas y yo muy zorra, tenéis las de perder), les he hecho notar que, desde abajo, el ruido molesta. Y tal. La vacaburra ni se ha levantado del sofá, pero el esmirriao se ha puesto de todos los colores, deshaciéndose en disculpas. A ver lo que dura la cosa. De verdad, no me lo explico. En mi casa se hablaba en susurros en cuanto oscurecía. Entrenábamos el oído (muy sano, por cierto) con la tele al mínimo. Mi padre era intransigente con eso. Podía pegarte la bronca del siglo en mímica. Nos educaron de modo que se nos cayera la cara de vergüenza ante la perspectiva de molestar. Supongo que el hecho de que el viejo se criara en un piso habitado por trece personas (once de las cuales eran chiquillos y con unos padres exquisitos) le metió en la cabeza ciertas manías que luego nos transmitió. A día de hoy sigo caminando de puntillas cuando llego tarde a casa. Piso con medio pie fuera de los escalones. De puro cívica un día me mato. Pero, por lo visto, hay peña que nació en una cuadra. Y mira tú por donde, están todos en mi portal.