lunes, 12 de septiembre de 2011

Ni rastro de Morfeo

Primero dormían como benditos. Lo que corresponde a unos recién nacidos, vaya. Luego llegaron los temidos cólicos. Mamá patentó unos masajes de tripa (que le salieron bien de pura casualidad) y tuvimos paz durante el primer mes. La cosa se fue complicando a medida que los angelitos tragaban más y más, así que hubo que recurrir a manos más profesionales y expertas. Los cólicos desaparecieron. Hurra!

Lo curioso es que, junto con el pérfido dolor de panza, desaparecieron también las ganas de dormir. Lo lógico hubiera sido lo contrario: menos molestias, sueño más tranquilo. Meeek. Error. Toca biberón a las doce de la noche. Toca de nuevo sobre las cuatro. Desayuno a las ocho. Y empieza el fandango. Ya no duermen nunca más en toda la mañana. Apenas sestean un rato si salimos de paseo. Se ve que les gusta el meneo del carromato (porque eso no es un carricoche, no, es un carromato. Una diligencia, inclusive). Morfeo hace su entrada triunfal en torno a las dos de la tarde y, con suerte, habemus pax hasta las siete. Chapoteo bañeril, manduca y nueva juerga flamenca. Cuando los hados tienen piedad los pequeños monstruitos caen rendidos cerca de medianoche, tras otra ronda biberonil.

Que qué hacen tantas horas despiertos? Mirar. Lo miran todo. Miran al techo, miran la ventana, el armario, los muñequitos que se balancean sobre la cuna, nos miran a nosotros... chillan de vez en cuando, como si se aburrieran. Les ponemos música, peluches que hacen ruiditos, los chupetes, los tapamos, los destapamos, cambiamos a Chopin por Satie, a Satie por Enya, a Enya por sonidos del mar... nada. Ojos como platos, bocas formando una "o", como si todo fuera la pera de interesante. Empiezan a bajárseles los párpados y de repente, en cuanto nos confiamos, zas. Un bote y de nuevo están a plena energía. Mueven las piernas de tal manera que balancean las cunas (y, ojo, son cunas grandes de madera pesada, nada de serones ni minicunas). Menean los brazos como aspas. Lanzan los chupos hasta el infinito y más allá (en serio, los vemos volar!)

Se giran solos y cambian de postura hace semanas. Apoyan los pies en el colchón y se van empujando hacia arriba, hasta que se quedan con la cabeza literalmente aplastada contra la chichonera (sobre todo Atreyu, que es una pequeña mula parda). No pasan tapados ni dos minutos, porque patean hasta librarse de las sábanas. Se agarran el pelo, las orejas, la nariz... Llega un momento en el que enfilas el pasillo dispuesta a emular a Herodes, pero luego entras en su dormitorio y se te va la furia asesina a tomar vientos en cuanto te miran y se ríen. Porque se ríen, en nuestra misma cara. Abren esas boquitas de lado a lado y sueltan gorjeos de esos "desmontapadres". Pensábamos que la sonrisa tardaba mucho más, que los primeros meses era un puro reflejo (por más que los progenitores babeemos con estas cosas). Pero hemos comprobado con sorpresa que sonríen después de comer, cuando les pones delante un juguete, cuando les hablas en "tono cursi-bebé" y cuando les coges en brazos. Ahora ya no sólo sonríen: se ríen. Con sonido. Y contestan, los muy descaraos! Emiten ruidos que suenan a arameo cuando les hablamos, y hasta hacen una especie de carraspeo muy cachondo, como si nos pegaran la bronca.

Son más divertidos que la mejor de las pelis. Pero han decidido que dormir está sobrevalorado. Cielos. Y todo esto con apenas mes y medio. Que los dioses se apiaden de nosotros.

6 comentarios:

Juan dijo...

Cada cual es cada cual. No hay comparaciones posibles entre bebés. Los hay dormilones y comilones, los hay que en vez de comer toman "tapitas", y los hay que cerrar los párpados no va con ellos. Voila la diversidad¡¡¡¡.

Al final, lo único que realmente cuenta es que estén bien. Ellos saben exactamente lo que necesitan dormir y comer y los padres sólo pueden ser meros espectadores.

Anónimo dijo...

jejeejejeje me encanta como lo explicas todo Len.

Qué ilusionados se os ve.

Muuuuuak

Marechek

Lenka dijo...

En esas estamos, Juan. Intentando adaptarnos a ellos PERO adaptándoles a ellos a nosotros ;)

Exacto, Rubia. Cansadísimos, pero ilusionados!
XD

Kaken dijo...

Me encanta lo que cuentas y cómo lo cuentas.
Dormiréis a pierna suelta y olvidareis por completo esta etapa, te lo aseguro.
Es sólo cuestión de tiempo y adaptación ("sólo" no equivale a fácil)
Por lo que percibo desde aquí, me da que lo estáis haciendo muy bien..y los peques tiene un aspecto comestible¡¡
Uff, qué me gustaría achucharlos¡¡
Besss

Anónimo dijo...

¿Pues sabes lo que te digo? ¡Que yo te habría envidiado, jaja! ¡Con las siestazas que se pegan por las tardes! Eso no llegó a hacerlo el mío hasta... no sé, pero antes del año fijo que no. Por el día hacía un par de siestecillas (una minúscula y otra un poco más larga, pero casi nunca más una hora), y casi siempre en cochecito. Y por la noche, nada de dormir más de tres horas seguidas. Hubo una excepción cuando tenía 7 meses (casi me muero del susto cuando me desperté por mí misma y vi que eran las 7 de la mañana y el niño todavía no había dado señales de vida), pero fue a partir de los 9-10 meses cuando empezó a dormir más horas seguidas.

Ánimo, que os tienen un ritmo pillao y, si conseguís imponer una hora decente de irse a la cama (a mí me costó mucho, pero era o conseguirlo, o volverme majara), lo demás lo tenéis chupao :-) Parecéis muy felices. ¡Enhorabuena!

Queme

Lenka dijo...

Gracias, Queme!!!

La verdad es que no nos podemos quejar. Normalmente son unos cielos, pero tienen días de jarana que son de no creer. Horas y horas "bailando" en la cuna.

Lo que más me fascina es que se ponen de acuerdo en TODO. Ejemplo: ayer, no sabemos por qué, decidieron ambos dos comer la mitad de lo que comen normalmente. En cada toma. No pegaron ojo en toda la tarde. Y hoy siguen comiendo la mitad, pero llevan tol día roncando.

¿¿¿??? Pa mí que tienen telepatía o algo, porque no es normal.