lunes, 30 de abril de 2012

En Sevilla no hay putas

Cada vez que el amigo Reverte (me alegro de verte) abre la boca, sube el pan. Siendo como soy lectora de sus novelas y asidua a un foro sobre El Capitán Alatriste (en el que, conviene decirlo, pasamos más tiempo hablando de política, de lo divino, de lo humano, de cine, de comida y de gilipolleces varias que del propio Arturo, pero supongo que eso hace al sitio aún más interesante) suelo estar al día de los movimientos y sentencias del de Cartagena, y de cómo cada una de sus reflexiones, columnas, entrevistas, declaraciones o tuiteos (esas cosas modelnas) son interpretadas por el personal. Malinterpretadas la inmensa mayoría de las veces.
Vaya por delante que soy lectora del fulano, no palmera suya, ni fan incondicional ni su representante. Para empezar ni siquiera me gustan todas sus novelas. Para seguir no siempre estoy de acuerdo con sus opiniones. Sé que esto sorprenderá a más de uno, sobre todo en esta sociedad corta de miras del "conmigo o contra mí" en el que te miran raro si te declaras rendida admiradora de las historias de Zafón y a renglón seguido confiesas que te parece un pedante, o si tras ovacionar al gran Chaplin osas opinar que un ramalazo insufrible y pedófilo sí que parece que tenía. Porque, al parecer, es incompatible. Porque las cosas (y las personas) deben odiarse o amarse sin fisuras, en plan sectario, sin la más mínima crítica que ponga en duda la lealtad del admirador. Un minúsculo "pero" a tus filias y fobias te convierte ipso facto en traidor o en incoherente. Por eso no puedes decir (ni pensar siquiera) que tu partido se equivocó al tomar tal medida, que el último disco de Mengano no es tan bueno como el anterior o que tu equipo jugó como el culo el pasado domingo. No te atrevas. Felón.
Se le ocurrió a Reverte la peregrina idea de hacer una buena crítica a uno de los últimos estrenos del cine patrio. Y en la archiconocida red social de los pajaritos declaró lo que sigue:
"Ayer estuve viendo "Grupo 7". Me gustó mucho. La película, en mi opinión, es soberbia. Tan buena que no parece española. Escenas de acción creíbles, diálogos naturales. Actores solventes, a los que te crees. Y además se les entiende hablar. Un director inteligente. A los que no se les entiende bien hablar, los hace hablar poco. No lo conozco, pero es chico listo. O parece (...) Ese ambiente turbio y duro, sucio como la vida. Parecían policías de verdad. Maderos, yonquis, putas y gentuza. La vida misma. La Sevilla real. La que incomoda y nunca saldrá en el Hola. Esa Sevilla cutre que era así en el 92 y lo sigue siendo. Sevilla más real que ese otro camelo de ferias de abril, semanas santas y rocíos varios que nos venden a diario".
Para qué queremos más. Las críticas no se han hecho esperar. Es más, el pollo que se está liando es de los guapos. No faltan incluso quienes le exigen pública rectificación y disculpas (que se vayan sentando) y hasta quien clama (atención) por una "respuesta institucional de las autoridades". Cielos. Qué triste y qué agotador tiene que ser las más de las veces abrir ventanitas al mundo. Abrirlas siendo "alguien", me refiero. Teniendo tanto eco. Yo no sería capaz. Como le comenta alguno de sus seguidores, esa manía de tomarse la parte por el todo es ya endémica en este país nuestro. No digamos lo mucho que nos pone el sentirnos ofendidos. Y de nuestra nula comprensión lectora para qué hablar.
París es la ciudad de la luz. Es hermosa, mágica, universal, miles de millones de veces recorrida, pintada, fotografiada, filmada, soñada, interpretada, habitada y deseada. París tiene parques, plazas, iglesias, museos y cafés. Y putas, yonquis, maderos y barrios poco recomendables. Tener que explicarlo me parece lamentable. París es el de Víctor Hugo, el de los Dumas, el de Cortázar y el de Pennac. Todo eso fue y es París. Y, seguramente, París es tantas cosas como cada cual sepa ver o imaginar.
Así que ahora acusan al ínclito Reverte de hablar sin tener ni puta idea y de no conocer esa ciudad cuyo honor ha mancillado. Supongo que de poco le servirá haber vivido allí, haber escrito novelas sobre ella y hasta haber sido nombrado sevillano del año en su día, título que (me lo veo venir) le será arrebatado más rápido que aprisa por alguna autoridad lumbreras indignada y herida en lo más hondo. O en lo más jondo. Lo mismo que le ocurrió (si no estoy mal informada) a Doña Pilar Bardem por tener la desfachatez de aclarar que sí, que nació en Sevilla, pero que fue puro azar y que bien podría haber nacido en otra parte, máxime teniendo en cuenta a qué se dedicaba su familia.
Total, que no hay putas en Sevilla. Ni yonquis, ni maderos, ni barrios chungos, ni miseria. Como no hay tales cosas, bien lo sabe Dios, en ninguna otra ciudad de este bendito país nuestro. Y si las hay, que no se menten. Y si se mentan, que se le caiga el pelo a quien se atreva. Por permitirse la desvergüenza y el poco tacto de sugerir que la vida es como es aquí y en la China popular, hiriéndonos imperdonablemente en nuestros cretinos ombligos. Para qué hablas, Arturo de mi vida?

2 comentarios:

Juan dijo...

Las luces y las sombras. De todo hay en la viña del Señor.

Sevilla, manque les pese a muchos, no es perfecta, afortunadamente, y por eso estoy enamorado de ella, porque es una ciudad viva, alegre, culta, muy culta, en lo que a cultura popular se refiere.

Tiene muchas virtudes, pero también, como no, muchos defectos. Y es que 700.000 sevillanos dan para mucho, para lo mejor y para lo peor.

Lenka dijo...

Como en todas partes, Costillo. Qué ciudad es perfecta? Qué persona lo es? Y no viven personas en las ciudades?

Tan sencillo y que no se entienda... ayns.