... llegaban al mundo mis dos enanos. Fue un día extraordinario, una experiencia que no olvidaré. Nunca pensé que parir pudiera ser tan divertido, tan intenso y agradable.
Ha sido un año duro y maravilloso, lleno de altibajos, de risas, de lágrimas a escondidas, de agotamiento y momentos irrepetibles. Mi vida nunca volverá a ser lo que era. Yo nunca volveré a ser la misma. Y esa certeza te ilusiona, te aterra, te supera a ratos, te aplasta o te eleva por los aires. De pronto muchas cosas han dejado de tener importancia, han pasado directamente al cajón de las tonterías. Otras que ni sospechaba se han convertido en prioridades.
Me había encontrado gracias a mi "autopsia" de hace unos años. Ahora siento que aquello ya no sirve del todo, porque hay dos nuevas variables (o dos nuevas constantes??) en mi vida. Las cuentas no salen, las ecuaciones han cambiado. Ser madre me ha dado cierto aplomo. Es como si hubiera asumido que ya soy adulta sin remedio, y eso te inclina a asumir ciertas responsabilidades, pero también te otorga (me las otorgo yo) ciertas libertades. Hay cosas que ya no tengo por qué soportar. Hay momentos en los que no tengo por qué callarme. Soy madre, ya puedo comer huevos, como dice el refrán. Me he permitido eso, al menos.
Curiosamente, descubro que ese aplomo, esa seguridad, te libera de cierto melodrama, de ciertas maneras quizá un tanto adolescentes. Ya no necesito alzar la voz ni justificarme. No necesito dar explicaciones ni me preocupa agradar a todo el mundo. Esta soy yo, soy así, pienso de este modo. Estoy abierta a debates, puntos de vista, consejos, a ver siempre las cosas de cuantas maneras sea capaz de imaginar. Pero, sobre todo, esta soy yo. Pienso de este modo. Y si no te gusta, te jodes. A partir de los 26 o 27 años empecé una metamorfosis que me hacía mucha falta. Necesitaba esa reafirmación. Comprendí que las cosas empezaban a resbalarme sobremanera. Que ya no me apetecía estar alerta, siempre preparada, coraza en ristre, púas afiladas. Me fui volviendo pasota, y ser madre me ha rematado en cuando a pasotismo. Esto es el pasotismo ilustrado. La última capa que me hacía falta para teflonizarme por completo. Sólo me quedan un par de detalles por pulir y estaré definitivamente renovada. Para conseguirlo he de exorcizar nuevos miedos que (no todo iba a ser bueno!) la maternidad me ha traído consigo (conmigo). Estoy en ello. Llegaré. Seguro.
De momento, Atreyu y Bastian son la mejor motivación para todo. Incluso cuando son la mejor desmotivación. Están aquí, mis pequeños milagros. Mucho mejor de lo que alcancé a soñarles. Mucho más difícil. Pero mucho más hermoso. Felicidades, nanos.
(Pintura de Josh)