domingo, 10 de noviembre de 2013

Mividita

 Hoy Obo habría cumplido, si no me fallan las cuentas, 94. Habría sido un día agridulce, recordando su sonrisa, su sabiduría, su bondad y su forma de ver la vida, con esa sana alegría suya que sabía regalar como nadie. Por desgracia, la parca ha decidido asestar un golpe, uno inesperado, injusto, prematuro. Nos ha dejado mudos y con el peor de los nudos en el estómago.
 
Era un loco genial, un maestro de ceremonias, un luchador infatigable, y, sobre todo, una persona inmensa. Por emularle soy en parte lo que soy, porque su vocación se me contagió siendo una niña cuando pude vivir en primera persona la magia que obraba en otros, en esos críos de ojos tristes que nacen con el pie cambiado, en entornos hostiles y sin el amor de quienes debieran amarles. Sé que hoy habrá muchos que le lloren, porque ese hombre que solo tuvo un hijo (al que veneraba), fue en realidad padre de familia más que numerosa.
 
Hemos perdido a un ser extraordinario, a un hombre sabio que se disfrazaba de bufón, a alguien que lo llenaba todo con su inagotable energía y hacía de cada reunión un disparate maravilloso. Hace apenas una semana, veía los últimos vídeos que grabé del clan, en los que, cómo no, él era protagonista absoluto con sus muecas y sus voces, haciendo reír a los chiquillos, a mis hijos, a los hijos de mis primos, a la segunda generación de críos que debían haber crecido disfrutándole. Es una crueldad que se nos haya ido tan pronto. Es una cabronada.
 
Dicen que la sangre tira más que nada. Estoy de acuerdo, sí, pero con matices. Tú no eras de mi sangre, pero te quise y te querré siempre tanto o más que si lo hubieras sido. Se nos viene encima un silencio que no nos apetece nada. Reunirse no será lo mismo sin tu vozarrón de fondo, sin los imprescindibles (e inútiles!); "Jaaaaavi, por favor". Es como si el telón hubiera caído con la función a medias. Siempre intento buscar una explicación bonita a las cosas. No sirve de nada, no es más que un mero ejercicio de cuentista, de tramposa a sabiendas que busca cómo consolarse. Hoy no consigo que sea bonito. Solo puedo pensar en tu Campana y en mi primo-gemelo, y no alcanzo a imaginar lo que sienten.
 
Buen viaje. Salúdanos a Obo, y echadnos un ojo de vez en cuando. Fuiste toda la alegría desatada, un espejo en el que mirarme, una inspiración deslumbrante, el ogro bueno de muchas infancias. Y así te recordaremos.

lunes, 19 de agosto de 2013

viernes, 26 de julio de 2013

Dos velitas



 
 
 En ocasiones resulta difícil, y una se descubre añorando la comodidad, el silencio y la independencia de vidas pasadas. A ratos echo de menos dormir la mañana, leer hasta las tantas, las tardes de sofá y cine sin preocuparme de nada más, el entrar y salir a mi antojo y con lo puesto, el no tener que pensar en nadie más que en mí. Con todo y con eso, incluso en el peor de los días, no dejo de dar gracias por vuestra existencia, ni alcanzo a imaginar mi vida sin vosotros.
Feliz cumpleaños, Atreyu y Bastian.

jueves, 25 de julio de 2013

Chove en Santiago



Güey, Galiza nun ta sola.
Hermanos nuesos, querémosvos.
Con tol ciñu dende Asturies.
Forza.

viernes, 12 de julio de 2013

Y Sade se mata de risa

 No, en serio, qué está pasando?? Por qué de un tiempo a esta parte nos invaden las novelas, trilogías, tetralogías y demás logías sobre temática sadomaso?? Esto empieza a dar entre miedo y pasmo!! Vaya por delante que servidora respeta rigurosamente los gustos sexuales y/o/u literarios de cualquiera, pero, como decimos en mi tierra, esto ya fiede un poco.
 
En serio, me intriga. Esto de la dominación ha inventado algo nuevo desde los tiempos del Marqués y yo no me he enterado? De repente todas las tías del universo andan locas porque las humillen, las azoten, las pongan de rodillas, las aten, las desaten y las obliguen a salir a la calle sin bragas? Esto ya les apetecía de antes o es una moda?
 
Atención, que no es coña:
 
- Hoy sale a la venta BEAUTIFUL BASTARD, una mezcla perfecta de amor, sexo y mucho descaro que ya ha seducido a más de 2 millones de lectoras.
- Este verano, abre los ojos al placer. Olvida tus inhibiciones y déjate llevar por el placer con LA SOCIEDAD JULIETTE (mira, el nombre es un clarísimo homenaje al gabacho perverso).
- ¿Quieres conocer la novela que Christian Grey nunca te dejaría leer?  Descubre LOS LUGARES SECRETOS, una historia transgresora en la que los papeles de dominante y sumisa por fin se invierten. (Por fin?????)
- Tras el éxito de DIARIO DE UNA SUMISA, llega CONFESIONES DE UNA SUMISA...
 
Y la cosa sigue!!! Es un no parar!!! De cuántas maneras podrá un tío trajeado esposar a una tía en ligueros?? Lo mismo se pueden hacer hasta nudos marineros...
 
No, en serio. Quede claro que ni estoy criticando a quienes escriben estas novelas (mérito tiene conseguir contar más y más de lo mismo sin que lo parezca, o sin que, aun pareciéndolo, importe a quienes te leen... y si de verdad consiguen no contar más de lo mismo, que me pongan a sus pies de inmediato), ni mucho menos a sus lectores. Que sí, que hay que leer. Leer mucho, leer siempre, leer cuanto se pueda. Y leer lo que a uno le guste, faltaría más. Que la vida es corta y hay demasiados libros en el mundo como para perder el tiempo en uno que no te diga nada. O sea, que no es afán por criticar, ni mucho menos por censurar (líbrenme los dioses!) Se trata únicamente de genuina sorpresa. Por mis partes.
 
A estas alturas de la movida, con lo de la ola de erotismo que nos invade, la hipersexualización, la liberación de la que todos presumimos, el estar de vuelta de todo, el tener el cabecero destrozao a muescas, el porno amateur que todo el mundo parece tener la obligación de rodar y subir a la red al menos una vez en su vida, el tupper-sex, el callejeros puteros y demás programas de fiesta, tetas, 21 días en la cama de una pornstar y las doscientas revistas (del Cosmopolitan al Cosmomachoman pasando por el Mega Interesante) que mes a mes nos desvelan puntualmente las mecánicas, físicas, químicas e incógnitas del folleteo, me choca esta especie de pasmo que parece haberle dado a medio planeta con lo del antifaz, la boa de plumas, el tacón chupeteao y el tanga de perlas.
 
Decía una muchacha por otro blog que las Cincuenta Sombras (de los cuyons) y similares han conseguido algo muy notable: librar a las mujeres de complejos y animarlas a pasearse por la vida con un libro erótico en las manos, sin boberías ni vergüenzas. Será eso?? Es posible que las mujeres aún tuviéramos esos pudores tontorrones? En serio?? Nos referimos a las mismas mujeres que, cuando se les casa una amiga, se pasean por la calle con pollas de goma sobre la cabeza??? Mi no comprende. Lo juro por Grey!!
 
Otra duda me corroe, pero me temo que no lo suficiente como para decidirme a leer la archiconocida trilogía (esa o cualquier otra de similares características). Los Grey y los otros (esos hombres divinos y elegantes que tienen suspirando a la peña) se parecen en algo al depravado Sade (que ya nos habló de esto hace siglos) o al final resulta que, debajo de toda esa dominación se esconde un perfecto caballero que se enamora de su cándida sumisa y termina casándose con ella, para serle fiel hasta que la muerte los separe? Quiero decir, de verdad la cosa va de sexo puro y duro y de explorar hasta dónde puede uno llegar, o terminamos con un anillo de esos modelo pedrusco, un cabronazo encantador que abre su corazón y una princesa en tacones altos que le redime con su amor??? Esto es sadomaso, o, como decía la amiga simpática de la Roberts en la película más veces repetida en televisión, es más bien "Putanieves y El Príncipe"??
 
Sea como sea, que ustedes lo lean bien y lo disfruten, por supuesto! A mí, de momento, como que no me atrae demasiado el asunto. Supongo que ya satisfice mi curiosidad en su día, con aquellos ejemplares negros y rojos del Marqués, aquellas Edades de Lulú y aquella Historia de O (lo dicho, nada nuevo bajo el sol) que rodaban clandestinamente por el instituto.
Imagino que esto de los azotes es lo que toca ahora. Como los niños magos y las muñecas gotifashion.

viernes, 5 de julio de 2013

Madre n´Asturies y otros guajes del oficio

 (Ante todo: Gracias mil, Enric, por la genialidad del título!!!)
 
(ADVERTENCIA: La ilustre autora del presente blog se dispone a hacer un ejercicio de desbarre sobre sus escenas maternales cotidianas. Dicho ejercicio estará, como acostumbra, cargado de ironía y/o/u sarcasmo inclusive, siendo ello lo que suele caracterizar el modo de expresarse de la autora. Se recomienda encarecidamente a súper madres, campeonas del taller de lactancia, mega realizadas en su papel, santonas de la pedagogía infalible, sufridas de esas que jamás sueltan un cagamento, Mary Poppins varias y, en general, peña sin sentido del humor, que, o bien pasen de largo inmediatamente, o se abstengan de sermones y lecciones que nadie les ha pedido o, directamente, se vayan a tomar por donde amargan los pepinos. Graciaaaaas...)
 
Total, que sale el sol (hurra y bravo!!!) y nos echamos a la calle como kamikazes. Es lo que tiene ser del Reino Astur y haber pasado el peor invierno que se recuerda en añales (de la primavera ni hablemos, porque este año pidió excedencia). A decir de los abuelos del lugar: "lo menos fa-y sesenta años que nun llovía d´esta manera, ne!" Y, si ellos lo dicen, será verdad. Así pues, asoma Lorenzo y los clanes astures se echan (nos echamos) a la calle como energúmenos y de cualquier manera. Tal parecemos una horda vikinga, pero en versión zombie ("soooooool, queremos sooooooool!!!") Ya sólo las diversas indumentarias merecen entrada aparte (dónde, sino en Asturies, se pueden ver camisetas de tirantes y katiuskas, o mini vestido playero con foulard y rebequita? Pero eso, otro día).
 
Justo antes y justo después de comer, es la mejor hora para abordar el parque, si es que, como yo, vives en un barrio de esos de natalidad explosiva. Te aseguras que no habrá overbooking en los columpios ni cola infinita en el tobogán. Hurra y bravo. Como de costumbre, elaboramos el plan estratégico. Mientras el Trasto hace las compras y mandaos, servidora agarra a los monstruos y a la Fújur y se hace dueña y señora del parque. Mío, todo mío!! Comienza la jornada. Mientras columpio a Bastian con una mano y vigilo que Atreyu no se coma las tizas, va la peluda (Alá la confunda!) y se reboza cual croqueta en el prao. Y yo pensando: "ay, la virgen... qué tipo de guarrería habrá encontrado esta puerca??" Rezo para que sea un chicle, una gominola aplastada, un escarabajo muerto, en fin, cualquier marranez que no sobrepase en exceso los límites del ascazo. Pero no, claro. Semejante deleite rebocil no presagiaba nada bueno. Ahí la veo venir al trote, orgullosísima de sí misma y luciendo en su níveo pelaje una sospechosa mancha marrón... Efectivamente. Marrón MIERDA!!!!
 
Vamos a ver, señoras y señores mamáes y papáes. Como correligionaria vuestra que soy puedo comprender los sinsabores de esa etapa tan conocida en la vida de todo churumbel, la de "nos estamos quitando el pañal". Bien saben los dioses que no debe ser fácil (ya os contaré mi experiencia con estos dos cuando lleguemos), y que resulta imposible prever el momento de necesidad del chiquillo. Vale. Pero es que resulta que, además de madre, soy orgullosa adoptante de un cánido. Y, amás amás, me tengo por persona educada. Por lo tanto, en los días de mi vida se me ocurriría dejar por ahí un sembrao de perrunas minas antipersona, y menos en zona de ocio de chiquillos. Tiene narices que algunos tengamos que soportar las miradas de odio de los detestaperros, por osar acercar a nuestras asquerosas mascotas llenas de gérmenes al perímetro en el que los niños juegan (y eso que siempre los dejamos en la frontera, tumbaditos a la sombra de un árbol, bien alejados del perímetro del suelo de goma), y que luego esos mismos pongan a sus criaturas bípedas a defecar a pie de parque sin molestarse en recoger el regalo. Qué pasa? Que la mierda humana no huele? No mancha? No es portadora de gérmenes? O como es de niños viene con aroma a Nenuco??
 
Ya no se trata de la engorrosa molestia de tener que volver a casa corriendo, mientras mantienes a tu perra apestosa alejada del carricoche con un pie. Ya no se trata de tener que meterla en la ducha a toda prisa cuando deberías estar dando de comer a tus nanos, ni de que se monte el caos (chucho empapao corriendo por el pasillo, guajes haciendo esquí acuático, toallas sucias por doquier, reguero de juguetes, portazos, atropellos, la fiesta de la espuma... alegría y alboroto!) Se trata de una mínima educación, un poco de civismo, de saber convivir, de no molestar a los demás. Se trata de que hoy ha sido mi Fújur, pero mañana puede ser una impoluta niña con trenzas la que se ponga a investigar por la hierba y termine untada en mierda. O eso no lo habíamos pensado?? Se trata de que, curiosamente, los que más se quejan y más claman (contra los peludos, es como una cruzada!) son los que dejan el parque como Sarajevo en plena guerra de los Balcanes. Envoltorios de bocatas grasientos por el suelo, peladuras de fruta, bolsas vacías de chuches, tetrabricks de zumitos, pañales usados, toallitas húmedas, kleenex sucios... Por no hablar de las cáscaras de pipas. Todo el mundo sabe que nada como el suelo de goma del parque infantil para coleccionar cáscaras de pipas. Quién no sueña con ver a sus enanos gatear entre cáscaras baboseadas??
 
Precisamente hoy mi Trasto tuvo que llamar al orden a un par de críos ya gansotes (con los riesgos que tal cosa conlleva, ya que lo mismo los jodíos guajes se cagan en tu madre que aparecen los padres, El Cani y La Chunga y te ofrecen una mano de hostias por osar reprender a sus angelitos) por comer las consabidas pipas subidos a un tobogán y escupiendo las cascaritas al suelo. Lluvia de babas sobre mis hijos! Bravo! Y qué esperamos? Sus madres hacen lo mismo. No podemos pretender que de progenitores groseros y descerebrados salgan críos educados por ciencia infusa. Mención aparte merecen las colillas, y eso sí que me saca de quicio. Además de madre, adoptante de chuquel y otras muchas cosas, soy fumadora. Pero no se me ocurre fumar en un parque infantil. No necesito siquiera que ninguna ley me lo prohíba. Es que no se me ocurre! Y mucho menos tirar las colillas a pie de columpio!! Estamos todos locos o qué pacha?? En fin, otra jornada olímpica en El Monte más Vil. Definitivamente, llegó el verano!

lunes, 24 de junio de 2013

Ni se nota ni traspasa


 Hace algunos años, los anuncios de compresas y tampones eran ñoños y pudorosos. Tampoco es que haga falta ser explícito con ciertos temas. Todos sabemos lo que es la regla, punto, no es necesario entrar en detalles. Lo malo es que, de un tiempo a esta parte, los gurús (o guruses) del marketing han decidido que sí, que es mejor entrar en detalles. Y maldita la gracia.
 
Para empezar nos han dejado claro a todas que olemos mal. Olemos tan mal, de hecho, que precisamos de artículos higiénicos que eliminen esa peste nauseabunda. No vale con enmascararla, como, al parecer, hacían hasta ahora tales artículos. Hay que erradicarla! De esa manera, gracias a los brillantes ingenieros celulósicos, las mujeres podemos al fin hacer eso que todas llevábamos milenios deseando: ponernos una mini esos días del mes y sentarnos bien espatarradas, pa que se note que nos huele el toto a piña colada.

Véase. ¿¿?? En serio, era necesario?? A santo de qué? Por qué? Pa qué? No sé qué pensarán otros al ver esta imagen asociada a menstruación y compresas. Me abstengo de aclarar qué me sugiere a mí dicha imagen y asociación de ideas porque no quiero ser (más) vulgar (de lo necesario).
 
La Historia del mercadeo higiénico femenino es surrealista como pocos. De la pudibundez de las muchachas en bici al "a qué huelen las cosas que no huelen", y todo para terminar con el "sí que oléis, pero lo hemos arreglado". Lo peor es que han conseguido convencer a la mayoría. El miedo siempre ha sido una táctica de lo más efectiva. Asusta a la gente (oleré? Se me estará cayendo el pelo? Tendrá durezas en los pies, Dios mío? Serán evidentes los signos de fatiga en mi cutis?) y les hace creer que necesitan cosas. Y, claro, terminan comprándoselas. Nada como el miedo para hacernos gastar.
 
Total, que estos lumbreras publicistas que debieran vendernos con total naturalidad un producto normal y cotidiano (nada más normal y cotidiano que algo que usarás 40 años de tu vida), van y deciden que lo mejor para incitarnos a optar por su marca es cascarnos, sin mayores sutilezas, que hedemos. Al parecer hedemos hasta el punto de constituir poco menos que un problema social, vaya. Lo cual me resulta curiosísimo. No recuerdo ni una sola vez en toda mi vida en que haya adivinado que una mujer esté menstruando por su olor. Nunca, en serio. Ni cafeteando con amigas, ni compartiendo asiento de autobús con diversas señoras, ni en la cola del banco, ni siquiera en la forzosa intimidad de un ascensor he sido capaz de captar esa pestilencia femenina. Y mira que tengo olfato!
 
En realidad no sé qué me ofende más de todo esto. De la publi en general y de los asuntos menstruales en particular. No sé si me ofende más que nos tomen por cachos de carne, por defectuosas (atiendan a los anuncios: entre malos olores, estreñimiento, pérdidas de orina, canas, celulitis, arrugas, acné, manchas, migrañas, gases, insomnio, narices tapadas, callos, ampollas, verrugas, hongos en las uñas, caspa, grasa localizada, sequedad de la piel y estrías, podemos considerarnos poco menos que una puta ruina) o, directamente, subnormales. Posiblemente sea esto lo que más me cabrea. Que nos tomen por imbéciles.
 
Nada como Evax para deprimirnos, pero en eso de tomarnos por lerdas Tampax se lleva la palma (aunque seguramente sean lo mismo ambas dos). Primero llega la Patri y nos jura (por Snoopy) que ya nos podemos poner las braguimonis sin miedo incluso en esos días delicados. Que no pasa nada, tía. Que los nuevos Tampax tienen una trenza que redirige las fugas. Con-un-par. De ovarios. Es decir, que hasta podrías ponerte el mismo durante todo el período, porque en cuanto el flujo quiere salir... zas. La trenza mágica lo redirige parriba en un bucle infinito. Esto no debe ser muy higiénico, pero en tiempos de crisis... no es plan de andarse con remilgos. Bien, ya tenemos el tampón inteligente antifugas con GPS. Albricias. Bragas con volantes a mí.
 
Pero no, no crea que se queda ahí la cosa. Qué va. En el siguiente spot, la Patri se nos clonifica por tres. La acompañan sus hermanas las bobas (en plan Las Tres Mellizas y su primera regla. Por cierto, que alguien me explique por qué demonios "las Tres Mellizas" en lugar de "Las Trillizas"), inquietísimas ante la inminente llegada de la temporada estival y los engorrosos sinsabores de la ingrata menstruación. "Poneos Tampax, tías". "Jo, es que son incómodos! Los notas!" "Sí, tía. Y, además, son súper difíciles de poner!" ¿¿?? Cómo dices, reina? Incómodos y difíciles de poner?? El qué??
 
Seamos un poco serios, por favor. Una cosa es que el anuncio de marras nos lo protagonizaran dos chavalinas de 13 años novatas en el asunto de los tampones (y en todo asunto en general). Vale. Bien. De acuerdo. Que dos gandulas treintañeras tales que la Patricia Conde y la Amaia Salamanca pretendan hacernos creer que les cuesta introducirse en salva sea la parte un chisme de 3 cm de largo y un diámetro de milímetros resulta descacharrante. Por favor, no nos obliguéis a ser soeces.
 
No, si al final van a ser más inteligentes los aplicadores que nosotras. No te jode. "Así siempre lo introduces en el lugar correcto", suelta la pava. Pues menos mal que me lo aclaras. Todos estos años poniéndomelos en las orejas y resulta que el sitio correcto es... el puño de mi marido.
 
Señores publicistas (o, peor... señoras!):
 
1º Las mujeres no olemos mal. Ni siquiera cuando menstruamos.
2º Vamos a tener la regla, todas, queramos o no, unos 40 años. No nos queda otra que comprar sus puñeteros productos. No se molesten más. No nos frallen con sus "ingeniosísimos" anuncios de chicas monas moviendo el culo o abriéndose de piernas. De verdad, no hace falta. Ahórrense la pasta (y a nosotras el empute y el bochorno).
3º Las compresas y los tampones son pa lo que son. Déjense de tanta trenza direccional, tanto cotton fresh, tanta perla activa y tanta chuminada (nunca mejor dicho) y bajen los precios, so cabrones. Tanto no perderán. Recuerden el punto 2. Todas, unos 40 años. Hagan números. Al fin y al cabo es algodón, joder, no platino.
4º Por si nadie se lo había hecho notar: los tíos normalmente constituidos dejan de interesarse por los tampones a los 14 años, más o menos. Si un nota de 30 te echa la mano al bolso pa enredar con un Tampax, sales corriendo y te pones a salvo. Es un psicópata, seguro. Si tú intentas espetarle un tampón en el puño, el que sale corriendo es él.
 
De todos modos, creo que he tenido una idea genial. Tan magnífica es, oiga, que creo que incluso compensaría toda esta imbecilidad de la propaganda compresil. Ya que Evax ha conseguido eliminar el olor ("ni camuflarlo ni enmascararlo, E-LI-MI-NAR-LO"), no sé por qué puñetas seguimos usando ambientadores en casa o en el coche. Se pone una ultrafina encima del sinfonier, por ejemplo, o se hace un bonito centro de mesa para el salón y ya puede fumar puros el tío Fulgencio, que tu casa siempre fresca y limpia. Adiós a los colgadores de pino. Una de esas con alas y arreglado.
Y ya que estamos... para qué narices queremos desodorantes? La próxima vez que tenga usted que coger el metro en hora punta, péguele sendas compresas en los sobacos al sudoroso chorreante ese impepinable en todo vagón. Verá que gusto. Verá que alivio. Pero no se olvide de decirle que se abra bien de brazos, que si no el efecto no es tan molón.

sábado, 22 de junio de 2013

jueves, 13 de junio de 2013

Como los árboles

 Imagino que este será un día agridulce. Triste por ser el primero sin tu compañero de vida, después de tantísimos años. Feliz, espero, por sabernos a todos contigo. Y hoy, y todos los días, lo estamos. No importa dónde. Lo mismo da si es en tu propio salón, o cafeteando en tu cocina, o en otra calle, otro barrio, otra ciudad, otro país incluso. Lo de menos es dónde nos encontremos cada uno. Siempre, todos los días, estamos contigo.

Gracias por toda una vida de trabajo, de esfuerzo, de entrega y dedicación. Por tener siempre amor para dar, incluso en los peores momentos. Ni siquiera ahora que soy madre alcanzo a imaginar lo complicado y agotador que tuvo que ser en ocasiones tirarse de la cama un día más. Por eso, cuando suena el despertador esas mañanas en las que daría una lo que fuera por poder quedarse bajo las mantas, mi primer pensamiento es para ti. Cómo lo hacías? De dónde sacabas las fuerzas? Las heroínas no siempre salen en los cuentos, ni en el cine. La mayoría de ellas son como tú. Es posible que no pasen a la Historia (así, con mayúsculas), pero forjan la suya propia e inspiran las de los suyos. Tienes muchos testigos de tu heroísmo, Mila. Todos los que te conocemos, te queremos y estamos orgullosos de poder decir: "esta es nuestra Matriarca".
 
Uno de los escritores a los que más cariño tengo es Alejandro Casona, un paisano nuestro que escribía obras de teatro. No podría decir cuál de ellas es mi preferida. Pero hay una que me emociona especialmente, por la historia de amor de dos de sus personajes, ya ancianos, y por la fuerza y el valor de ella, la abuela, siempre decidida a seguir adelante sin desfallecer, pase lo que pase. Esa mujer maravillosa tiene un lema que es casi un grito de guerra: "los árboles mueren de pie". La primera vez que leí esa obra también me acordé de ti. Siempre firme, con las raíces bien agarradas a la tierra, cobijando y dando sombra a tantos brotes.
 
Felicidades, Mila. Sigues entera, sigues de pie. Como un árbol.

martes, 4 de junio de 2013

Los padres de mi barrio

 Y, que conste, que cuando digo padres hablo en genérico. Las madres también entran.
Los que me conocen bien saben que soy un poco erizo y un mucho ensimismada. Enmimismada. Eso. Que, aunque tecleo ferozmente y sufro episodios puntuales de verborrea absoluta, tampoco es raro verme en plan autista, flotando en mi mundo, alelada con mis cosas y hasta cabreándome con los impertinentes sonidos del universo, que es un grosero y nunca se calla para dejarme meditar. Qué le voy a hacer. Soy rarita. Por eso, aunque me considero medianamente sociable, tengo un punto absolutamente introvertido que me hace (no es que lo pretenda) un tanto inaccesible. No puedo explicar la razón. Debe ser pura pereza. Sí. A menudo me da pereza entablar conversaciones con gente que no conozco o conozco superficialmente. Supongo que depende de con qué pie me levante o de si tengo un día especialmente enmimismado. Total, que al contrario que la mayoría, me relaciono más bien nada con los padres del barrio. Puede que también sea porque empleo casi todo mi tiempo en correr detrás de mis hijos, que se empeñan en dispersarse en direcciones opuestas poniendo en riesgo mi vida más que la suya...
 
Con todo y con eso, no hablar tiene sus ventajas. Escuchas más. Y te fijas en montones de cosas curiosas. Me complace comprobar que la mayoría de la gente, al contrario de lo que llegué a sospechar, es normal. Incluso en el espinoso tema de los lebreles, asunto capaz de idiotizar(nos) con notable facilidad. La mayoría de los padres regañan a sus críos si no comparten los juguetes, dejan que otros manoseen a placer las cosas de los suyos, intervienen con firmeza en las broncas de los enanos, enseñan que toca bajarse ya del columpio porque hay nenes esperando... en fin, que sí, que son (somos) razonables. Y eso es un alivio. Naturalmente, siempre hay excepciones. Madres que ocupan un columpio para dejar su bolso y su cazadora. Padres que están viendo a sus nanos acaparar el tobogán mientras una docena de niños espera turno, y no se inmutan. Comandos de adultos comiendo pipas y lanzando las cáscaras al suelo de goma del parque... cuando no las colillas... bolsas de chuches, pañales usados, envoltorios de bocatas por doquier... críos espetándoles a los más pequeños que no pueden subirse al tren porque ahora es suyo y no se admiten bebés... (ese Atreyu mirándoles muy serio y pasando de ellos... no os entiende, bobinos. Ya le podéis decir misa cantada). Observando a los padres se puede calcular más o menos cómo serán los hijos. Observando a los niños te haces una mediana idea de cómo son los padres.
 
Ayer, una canija de poco más de un año, me dejó pasmada subiendo y bajando del dichoso tren por su cuenta y riesgo. Subía los escalones de rodillas, bajaba sentada, pese al incordio de la faldita vaquera y los leotardos (originariamente rosas, posteriormente negros). Paso ganas de aplaudir a la madre, que no sólo no sermonea a la chiquilla por mancharse (Señor, qué cruz con lo del no te manches... para qué inventó Dios la lavadora y los chándales de baratillo?) sino que la observa a distancia permitiéndole explorar a su antojo, sin recurrir a la otra cantinela del "Mari Jessi, que te caes!!!!" Me alucina la agilidad de la mocosa, la enorme seguridad que demuestra. Cielos, si los míos caminan hace cuatro días... "Cada uno va a su ritmo", resume con mucha lógica la otrimadre. Se la ve feliz, relajada. En el otro extremo del parque, un gandulón de lo menos seis años se cae del patinete y se queda tirado en el suelo mientras localiza con la mirada a su progenitora. Le lleva como tres minutos, durante los cuales ni se mueve ni abre la boca. Al localizar a la mamá, suelta un chillido apocalíptico y empieza a rebozarse al grito de: "me caíiiiii!!! Tengo pupaaaaaaa!!!" La mamá casi vuela a levantar al grandullón, que ronronea sus mimos con tonito de repelente. Contengo la risa. Bastian pega una culada en ese mismo momento. "Aúpa, aúpa", le digo. Se levanta, se frota las manos y sigue corriendo. La nena de los leotardos rosinegros alcanza ya la frontera de los soportales, mientras su madre la persigue entre carcajadas: "para, so loca, para!" Atreyu mantiene impasible la compostura mientras la mini choni rechoncha del trenecito le señala con un dedo acusador de uña morada y le repite que no se admiten pequeños. Luego sonríe, da media vuelta y se pone a jugar al "cucú" asomándose al ventanuco de la locomotora, para indignación de la marimandona, que le espeta a otro crío: "el bebé ese es tonto". Tú sí que eres tonta. Y más que vas a ser!!! Mis canijos llegarán lejos, monina. Y la de los leotardos ni te cuento!!!!

lunes, 3 de junio de 2013

Excusatio non petita, accusatio manifesta

 Hace tiempo comentaba yo en un rincón por el que suelo andar que me había casado. Alguien meditó en voz alta por qué o para qué se seguiría casando la peña. Entendiéndolo como una pregunta, respondí. No a por qué se casa la gente (porque no lo sé, cada cual tendrá sus personales motivos), sino a por qué lo hice yo. Y lo hice, básicamente, por temas papelísticos. Por burocracias diversas. Por quitarme de líos, como se suele decir. Mi intención jamás fue casarme. Hubiera preferido ser pareja de hecho. O nada. Lo malo es que la "nada" no puede reclamar derechos para sí ni para la persona a la que quiere. Y las parejas de hecho, como descubrí con pasmo e indignación, no gozan ni de lejos de los derechos de los casados. Por lo tanto, mi pareja y moi decidimos irnos un día en vaqueros al juzgado, con dos testigos (Las Mammas, nuestros hijos esperaban en el pasillo custodiados por su güelu) y sin anillos siquiera, y estampar un par de firmas en un papelajo. Ahí pone claramente que nos queremos mogollón (se ve que sin documento ante notario no vale quererse) y que conste en acta. Vale. Así está montado.
 
Tras esta explicación (que, repito, di porque entendí que la pregunta formulada se dirigía a mí), recibí una respuesta que, sinceramente, me sonó a bofetada. La frase, como podréis suponer, es la que da título a esta entrada. Me ofendió y me dolió tan lapidaria sentencia por salir de labios de alguien a quien aprecio sinceramente. Y a punto estuve de soltar unas cuantas perlas, de esas de las mías que se bajan al santoral entero. Qué excusa ni qué niño muerto? Y cómo que "no pedida"? Ah, que era una pregunta retórica, quizás... Sería eso. De qué te parece que me estoy acusando, exactamente? De haberme casado como SIEMPRE dije que haría, llegado el caso? Oh, guau. Tamaña desvergüenza.
 
Lo dejé correr. Primero, porque mis decisiones no son asunto ni siquiera de aquellos a los que aprecio. Segundo, porque a buena parte conmigo y con mi toto. No quieres explicaciones? Crema. No seré yo quien fatigue tus ojos. Tercero, porque malditas las ganas que tenía entonces de alimentar (más) mi fama de lagarta viperina. Y cuarto, porque, como ya dije, valoro a esa persona. Pese a los latines (y no, Boss, no fuiste tú. Contigo no me hubiera callado porque de sobra sé que no me tengo que callar contigo). Me es alguien querido, sí. Querido, ya sabéis, a este modo tan extraño y surrealista de ventanas, teclas y emoticones. Si algo no deseaba era decir algo que pudiera herir.
 
Lo que son las cosas. Hace nada, en charla que nada tenía que ver, afirmaba yo lo marciano e incomprensible que me parece que personas no creyentes, no casadas por la iglesia y no participativas en sacramentos, se empeñaran en bautizar a sus hijos. Lo afirmé y lo afirmo: me parece absurdo. A mí, ojo. Por supuesto, entiendo que a veces las cosas se hacen por satisfacer a otros, y que hay personas generosas a quienes no les importa ceder. A mí sí. Yo soy generosa en muchas cosas. En mis ideas no. Nunca lo he sido. En mis convicciones soy un talibán. Sin barba, pero talibán. Me enseñaron a ser así. Mi Pater me lo dijo desde que yo era una cría: "nunca permitas que nadie, ni siquiera yo, te diga lo que tienes que hacer con tu vida. Ni por la fuerza, ni con amenazas, ni con chantajes emocionales. Haz siempre lo que tú quieras hacer, y que le den al mundo. Si me tienes que mandar a mí a la mierda, me mandas". Tomé buena nota, y nunca he claudicado en aquello que he considerado innegociable. Entenderéis que, con este modo de pensar, ciertas conductas me choquen. No es que las juzgue (no soy quien), pero me chocan, sin más.
 
Casi de inmediato, alguien procedió a explicar que su caso era precisamente ese, el de una persona no creyente ni casada ante Dios, que había optado por bautizar a sus hijos para hacer felices a los abuelos. Me pareció absolutamente respetable. Más que nada porque se trata de su vida, no de la mía. Por lo que, teniendo en cuenta mi propio lema, no voy a ser yo quien le diga a nadie cómo manejar sus asuntos. Esa fue la razón principal, junto con mi ya mencionado afecto hacia esta persona, lo que me hizo aplaudir su gesto, aun teniendo claro que yo jamás haría lo mismo. Pero mentiría si dijera (y los que me conocéis bien estáis viéndolo venir) que no tuve que morderme la lengua muy mucho para no soltar lo que de inmediato me acudió a la mente. Excusatio non petita, accusatio manifesta. O sólo cuando se trata de los demás?

jueves, 30 de mayo de 2013

Algo falla

 Porque lo de estos críos con la comida empieza a resultar insufrible. Si algo había repetido hasta la saciedad, en el tema hijos, era esto: "qué felicidad eso de que un chiquillo coma bien. Espero que no me toquen precisamente los tiquismiquis". Hala, por hablar. Dos de dos. Te jodes.
 
Los pediatras coinciden en afirmar que no hay niños que no coman, al contrario de lo que aseguran muchos padres. Lo que pasa, en general, es que somos unos histéricos (los padres) y nunca estamos satisfechos con lo que engullen nuestras criaturas. Ya. Seguramente esto es cierto en la mayoría de los casos. Pero, lo siento, no es menos cierto que hay guajes que no comen. Repito: que NO comen. Naturalmente, no se conocen casos de niños que hayan muerto de inanición habiendo comida disponible, lo cual es un enorme consuelo. No es que la inapetencia de mis gremlins me tenga sin dormir, no. Eso tampoco. Simplemente, me tiene hasta la peineta.
 
Cuando digo que estos dos no comen me refiero a que pueden pasarse días y días ingiriendo: un biberón por la mañana, nada a medio día, nada por la tarde, un yogur para cenar y un biberón por la noche. Especialmente, el Bastian. Atreyu, al menos, siente cierta inclinación por la sopa, la cecina y, a ratos, la tortilla de patata. Todo lo que se salga de ahí, es por mis cojones y peleando. Resulta absolutamente agotador, cargante, aburrido, un coñazo y una jodida pesadilla tener que luchar físicamente tres veces al día con dos bestias. Y es luchar, literalmente. Es llevarse una somanta de coces y guantazos y de andarse al loro si uno quiere conservar la dentadura sorteando los cabezazos. Es oír lloros y berrinches todos los malditos días. Lo detesto. Me duele todo el cuerpo y me pongo de una mala leche digna de estudio.
 
Lo hemos intentado todo, claro. Pasar, por ejemplo. Vale, no comáis. Pero no comáis nada, listos. Los petisuises de los huevos, tampoco. Paramos cuando Bastian empezó a dar grima, se le hundieron los mofletes y le llegaron a abultar más las rodillas que los muslos. Se salió de la tabla de percentiles. Por debajo, quiero decir. Hemos probado a forzarles. Te grapo, te inmovilizo y comes por encima la cara cristo. Frustrante, poco recomendable. Miedo me daba que terminaran asociando definitivamente comida con infierno. No quisiera ayudar a crear a dos futuros trastornos alimenticios con patas, gracias. Hemos probado entreteniendo, jugando, compartiendo todos la comida, dejándoles manosear los platos, tentándoles, suplicando, maldiciendo, rezando el ángelus... nada. Básicamente, ellos deciden cuándo comen. Hoy sí. Mañana no. Pasado, veremos.
 
Gracias a los mejunjes de abuela, al menos Bastian vuelve a parecer un niño, y no un espectro. Y algunas veces incluso cenan en abundancia! Pero así, en general, no les gusta comer. No les gusta la comida. Es más, la odian. No quieren purés, ni tampoco sólidos masticables. Todo les da asco, todo les provoca náuseas, todo lo rechazan ferozmente. Salvo la dichosa cecina (¿¿??) y yogures y similares. Pero, a veces, incluso a eso se niegan.
 
Actualmente, hemos adoptado el método "cuatro cucharadas". Es una especie de término medio entre el pasar y el obligar. Esos días en los que le hacen muecas incluso al danonino más delicioso, no se discute. Si rechazan esto es que, definitivamente, no tienen hambre. Esos otros días en los que se niegan al puré pero señalan al postre, se lleva a cabo el citado método. Vas a comer el puré, querido. Aunque sean cuatro cucharadas, pero lo vas a comer. Si quieres postrecito, es lo que hay. Tontadas, no. A veces sudamos para lograr esas cuatro cucharadas. A veces nos sorprenden y se comen veintitrés. Pero, joder. Joder, qué cansadísimo es esto. Qué envidia me dan esos padres de niños que se zampan lo que sea sin preguntar. Los míos, cerca ya de los dos años, no se han comido nunca un plátano. Por ejemplo. No me digáis que no es triste.
 
Cuando se pueda dialogar con ellos, veremos qué estrategia se nos ocurre. Por el momento, tiramos como podemos. Tiene narices esto de estar criando a un aspirante a modelo de Calvin Klein y a un (como diría el Pater) macrobióticu los cojones. Ay.

jueves, 16 de mayo de 2013

Y, estas de FEMEN... qué onda??

 Reconozco que estas chicas me tienen despistadísima. Es tal la polvareda que han levantado que casi supone un esfuerzo rastrear cómo empezó todo. Caen sobre mí cientos de noticias, enlaces, vídeos, entrevistas y opiniones, a favor y en contra, sobre tan polémico movimiento. Hay quienes aplauden el valor de unas tipas que parecen no tener miedo a nada ni a nadie, plantándose medio en bolas delante de quien sea para ciscarse en el machismo, el patriarcado, la esclavitud sexual y lo que se tercie. Feminismo de guerrilla. Confieso que siempre he simpatizado con los iconoclastas. Por otro lado, me pregunto cómo se pasó de protestar contra la trata de blancas en Ucrania a acuñar el término "Día de la Jihad del Topless", desfilando en cueros ante imanes furibundos y atónitos o posando con lemas pintados sobre el pecho y velos islámicos en la cabeza.
 
He leído teorías que afirman que FEMEN es una patochada organizada por ciertos millonarios alemanes (varios de ellos judíos) que pretenden incomodar al Islam. Que las supuestas activistas son de pago, que viven mejor que bien, que son cuidadosamente elegidas por sus atributos (la verdad es que sorprende un poco lo buenas que están todas) y que se mueven de trifulca en trifulca con un séquito de estilistas y asesores de imagen. Circula la historia de cierta periodista anónima que logró infiltrarse en el movimiento y que afirma que así son las cosas: chicas guapas adiestradas para dar el cante y que reciben un sueldo por ello. Imposible confirmarlo o desmentirlo, al menos para mí.
 
Recientemente, el grupo ha echado brotes en España, y me llama la atención leer una entrevista a su nueva afiliada en la que ella misma cuenta que todas reciben una especie de instrucción en la que se incluye la norma de no sonreír durante las protestas (será que sonreír es machista?) y también la rutina de ir al gimnasio (para qué, me pregunto, pues no se aclara. Para estar en forma ante la respuesta policial? Para mantenerse lozanas?)
 
La mayoría de los movimientos de mujeres musulmanas critican ferozmente a FEMEN. Les indigna que se hayan erigido como representantes suyas. Les molesta que se apropien de su lucha. Les cabrea que fomenten el estereotipo de musulmana sumisa y aplastada, obviando que musulmanas hay a millones en el planeta, de Irán a Estados Unidos, con situaciones y realidades muy distintas. Les ofende que utilicen el velo como símbolo de sometimiento al macho, pasando por alto que si bien muchas musulmanas se ven forzadas a llevarlo, muchas otras eligen llevarlo. No comprenden por qué unas europeas pretenden decirles cómo deben luchar, sentirse o comportarse. Y, por supuesto, lo que más detestan son sus métodos. Una joven musulmana estadounidense lo explica así:
 
"Aunque las intenciones de FEMEN son buenas y admirables (garantizar la libertad de elección de toda mujer), el camino que han elegido está totalmente equivocado. Hacen que parezca que toda mujer que lleva el hijab está oprimida. Incluso ridiculizan a las mujeres que deciden llevar hijab o cubrir sus cuerpos, como si fueran demasiado tontas como para conocer algo mejor. Yo no llevo hijab, pero llevo pantalones, lo que me sitúa en una minoría dentro de mi familia. Ni mi madre, ni siquiera mi abuela usa hijab. Mis primas, sí. Ni ellas ni yo necesitamos alimentar el complejo de salvadoras de FEMEN siendo liberadas por ellas".
 
Un grupo de estudiantes de Reino Unido se pronuncian como sigue: "FEMEN opina que cuanto más te desnudas, más feminista eres. Esa es la ideología del feminismo occidental, pero no es esa nuestra idea de liberación. Básicamente, están diciendo que sólo las occidentales saben lo que es mejor para las mujeres de todo el mundo. No necesitamos a FEMEN hablando por nosotras. Nos han robado la voz".
 
Así que... aquí estoy. Por un lado, aplaudo el valor que le echan al asunto unas tías que, no lo olvidemos, se enfrentan a consecuencias muy serias protestando como lo hacen en según qué países (occidentales inclusive). Por otro, me choca un poco esa manera de gritar "no somos trozos de carne" mientras enseñan las tetas. Dando otra vuelta de tuerca, entiendo que son sus tetas, y por tanto son ellas las que pueden decidir cuándo, cómo y dónde enseñarlas. Si doy una vuelta más, pienso que también hay putas que eligen serlo (y musulmanas, y católicas, y judías, y menonitas, y actrices porno, y devotas madres, y amantes esposas, y ejecutivas agresivas, y portadas de Playboy), que no toda mujer es forzosamente esclava de un macho dominante o de un machismo que la oprime y que quizá FEMEN pasan por alto ese detalle, convirtiéndonos a todas en tontas del higo. Por una parte me chirrían las historias conspiranoicas y por otro creo que casi cualquier burrada es posible. Me rompe las narices leer comentarios profundos tipo: "esas son unas guarras que odian a los tíos", y ante tal alarde de simplicidad cavernícola no puedo evitar inclinarme hacia ellas. Por otro, me encuentro con gente cabreada asegurando que se inventaron pelopúnticas historias sobre chicas musulmanas secuestradas y maltratadas por sus fundamentalistas familias (el conocido caso de Amina, la chica de Túnez que colgó en las redes sociales una foto suya en topless con la frase "mi cuerpo es mío" pintada sobre el vientre, y que, a decir de FEMEN, llamó a la organización tras escapar de los suyos y les agradeció conmovida las movilizaciones que habían organizado en su nombre). Por qué inventarse tal culebrón? O mienten los que afirman que ese rollo truculento es un cuento chino absurdo, que Amina jamás fue martirizada por su propia familia, que nunca se ha puesto en contacto con FEMEN y que incluso las desaprueba?
 
Al final no llego a ninguna conclusión. O sí. No lo sé. Si tuviera que pronunciarme, diría que me parece grandioso luchar por las convicciones de uno como sea, máxime cuando no se usa más arma que el pellejo. Al mismo tiempo, diría que prefiero mil palabras a una imagen (mera opción personal) y que siempre he creído más en el argumento que en las tetas. Añadiría que las tetas al poder, como idea, mola. Matizaría que quizá sería buena idea usar las propias tetas para las luchas propias. Y que, a lo mejor, es cierto que el etnocentrismo nos ciega un poco, y que las pelis del Bruce Willis nos han hecho creer que tenemos que salvar a todo el mundo, incluso a los que nunca nos han pedido que les salvemos.

domingo, 5 de mayo de 2013

Trasnochando con Andrés

  Llega una de cenar con amigas, con agujetas en la barriga de reírse, y se encuentra con La Mamma enganchada a Tele5, con un debate sobre no sé qué cosas. Al menos la cosa no va de Grandes Hermanos, sino de leyes de dependencia, recortes y dramas personales que cabrean y ponen los pelos de punta. Con todo y con eso, y dado que no resisto dicho canal, me dispongo a pasar de largo cuando veo a Andrés Aberasturi y me choca. Me choca verle en esa casa y a esas horas. Y me quedo, precisamente porque es uno de tantos hombres a los que La Mamma ha amado siempre.
 
Cuenta el afable Andrés algo que yo jamás le había oído y que, por lo visto, casi nadie sabía. Obviamente este señor nunca ha ido por la vida aireando su intimidad. Pero esta noche cuenta que uno de sus hijos, de 33 años, tiene parálisis cerebral. Habla de su nacimiento, del enorme varapalo recibido, de la lucha constante, de los momentos en los que ese niño (se refiere a él siempre como "niño") ha estado a punto de morir por diversas complicaciones y de la decisión inapelable con la que la madre ha decidido siempre seguir adelante. Aplaude y admira el valor de las mujeres en estos casos y en general, asegurando que ciertas noticias, en relación con los hijos, provocan reacciones tan extremas en algunos hombres que más de uno desaparece del hospital, sobrepasado por la tragedia, y acaba buscado por la Guardia Civil. "Así de valientes somos los hombres", asegura, entre resignado y jocoso. Me conmueve el amor que destila al hablar de su niño eterno, de su compañera, de toda su familia. Me conmueven sus consejos: "que ningún padre se culpe por esto.  Culparse es terrible. Que se den tiempo para llorar cuanto quieran. Que se apoyen mutuamente, para que cuando uno caiga esté el otro para levantarlo. Y, si caen los dos, no pasa nada, que se queden un rato en el suelo. Ya se levantarán".
 
Cuenta Andrés, y resulta sobrecogedor, de aquella vez que, en un rincón de un hospital, su mujer, uno de sus hijos y él mismo, tuvieron que votar si pelear una nueva batalla por su niño o dejarle en paz para que la naturaleza decidiera. Cómo se plantea uno algo así? "Yo tenía claro que se haría lo que dijera la madre, por supuesto. Y la madre no dudó, había que seguir peleando". Cuenta Andrés que la primera lágrima del hijo fue para ellos un triunfo, y mucho más la primera sonrisa. Y, cuando el presentador le asegura que, pese a que el niño no habla, seguro que sabe bien quién es su padre, quién es su madre, quiénes son sus hermanos, Andrés asiente. "Por supuesto que para él no existe la palabra, ni el proceso mental de deducir que yo soy su padre, pero sí, creo que lo sabe". Y lo cree, sobretodo, porque recuerda a una tía suya que, en su vejez, padeció alzheimer. Recuerda que, cuando iba a visitarla, la anciana señora sonreía y le decía: "no sé quién eres, pero sé que eres mío".
Al oír esa frase que, con tal sencillez, explica algo tan grande y tan hermoso, me emociono y no puedo evitar las lágrimas. El amor es algo enorme, poderoso y arrollador. Tanto que, muchas veces, cuando ya ni siquiera la mente es capaz de escapar a la niebla y ordenar caras y nombres, seguimos sabiendo quiénes son los nuestros.

lunes, 22 de abril de 2013

Casas diminutas

 Los que me conozcan sabrán de mi mentalidad de pobre. Siempre digo que, si me tocara la lotería (o recibiera una multimillonaria herencia de un pariente lejano, como les pasa a las heroínas de novela), sería una de esas ricas excéntricas con vaqueros de mercadillo, las botas sucias, el pelo mal teñido y, eso sí, un casoplón de infarto. Las casas han sido mi debilidad desde niña. Colecciono fotos de casas, sueño con casas, escribo historias sobre casas y hasta juego a Los Sims por el mero placer de diseñar casas (una vez puesto el último mueble, la emoción decae sensiblemente).

Puede que en otra vida viviera en Villa Excelsior, Villa Cristina, Villa Argentina, o cualquier otra casona de indianos de las que pueblan los rincones de mi tierra. Es casi una obsesión y desconozco de dónde sale. Cuando digo que sueño con casas no es ninguna exageración. Todos tenemos sueños recurrentes (volar, caer, el agua...) y el mío es ese en el que recorro una mansión venida a menos, llena de rincones y secretos, con muebles antiguos cubiertos con sábanas, escaleras, puertas y galerías de ventanales. Soy consciente de que, con toda probabilidad, nunca habitaré uno de esos regios palacetes de mis fantasías, pero, evidentemente, me conformaría con mucho menos. No soy codiciosa!
 
Hace tiempo me aficioné a un chorriprograma de un chorricanal (de esos que proliferan como setas) en el que, básicamente, parejas norteamericanas (no sé si estadounidenses o canadienses) se lamentan de los desastres de sus viviendas hasta que llega una diseñadora y les arregla el entuerto. Se trata de que las parejas se vuelvan a enamorar de sus casas o bien, si la diseñadora no logra deslumbrarles, su competidor directo, un agente inmobiliario, sí consiga tentarles para que se muden a un nuevo hogar. Bien. Quisiera, en serio, que vierais las casas de los susodichos sufridos participantes. Escuchar eso de que "mientras fuimos dos, nuestra casa de 200 metros nos servía, pero con la llegada del bebé es imposible arreglarse", o lo de "esta coqueta casita de 170 metros resulta insuficiente para esta familia en crecimiento, y se les ha quedado diminuta", o aquello otro de: "tenemos que bajar al sótano a hacer la colada, y jo, o sea, es súper poco práctico". Oyendo cosas así me entran complejos de Reina Roja. Que les corten la cabeza. A todos.
 
Sí, es cierto que a veces el desastre es tan absoluto que te preguntas cómo dos adultos supuestamente inteligentes pudieron invertir su dinero en semejante ruina (goteras, vigas medio podridas, tejados que se caen a trozos, suelos levantados, boquetes en la escalera, paredes de papel de fumar, moho en los techos... argh!) pero, generalmente, el único problema (al menos a esa conclusión he llegado yo) es que la gente es o muy cerda, o muy lerda. O ambas cosas. No puedes lamentarte de tener tu despacho en un sótano frío y oscuro mientras nos enseñas una habitación completamente vacía en el piso superior. Holaaaa?? Sube el despacho parriba, atontao! No puedes quejarte de falta de armarios mientras tienes una tonelada de ropa, trastos, cajas y mierdas varias tiradas por doquier y un sótano o un desván mondos y lirondos. Esto... lo de poner estanterías de Ikea a dos perronas la unidad y colocar un poco las cosas sólo se me ocurre a mí? No puedes sollozar por la inseguridad de esa escalera infame... y no molestarte en ponerle una barandilla, leñe!!! Tan difícil es??
 
Pero, sin la menor duda, lo que me resulta más indignante es lo del tamaño, que en este caso sí que importa. Es increíble cómo cambia la perspectiva de las cosas según a lo que estemos habituados. Que para una pareja con un bebé 170 metros cuadrados resulten "una casa diminuta en la que es imposible revolverse" me resulta, sencillamente, acojonante. En serio. Les metía yo en mi piso de 60 metros en el que no nos queda otra que apañarnos a dos adultos, dos bebés, una perra y, hasta no hace mucho, dos gatos (actualmente de vacaciones en casa de la abuela pero con billete de regreso, of course). Esto sí que es diminuto. Esto sí. Y sin un triste jardín al que salir a tomar el aire!!!!

sábado, 13 de abril de 2013

Maff+Lenka=1825

Cinco años. Parecen muchos menos, pero también muchos más.
Hemos cambiado la moto por el carricoche doble, las plegadas por el ascenso de bordillo, los monos de cuero por el neceser gigante, las noches de fiesta por la fiesta de cada noche.
La verdad es que a ratos se echa de menos lo de antes, pero solo a ratos. Al fin y al cabo la vida está llena de fases, y todas, con suerte, tienen algo bueno.
Después de meses de lluvia constante hoy ha salido un sol que resulta casi una extravagancia.
Recuerdas esa foto? Es del concierto de Fito. Se podría decir que Fito es nuestra banda sonora.
Resulta curioso que, ahora mismo, no seamos ellos. En cinco años la historia ha cambiado mucho y también nosotros. Se ha pasado el "modo almíbar", la perfección de mentirijillas, el arrebato. O, digamos, que duerme a pierna suelta mientras nosotros lidiamos con la crisis, los turnos, Peppa Pig y el puré de verduras. De hecho, duerme de tal manera, el jodío, que cuesta un triunfo despertarle algunas veces. Quizá porque, normalmente, nos entra la envidia y lo que queremos es irnos a dormir también.
Pero bueno, nos apañamos.
Vendrán más fases.
Y, si los dioses quieren, seguiremos en nuestros 13.

viernes, 12 de abril de 2013

Que no

 Comentaba hace poco con unos amigos, a raíz de un artículo hermoso de Ángeles Caso (grande, paisana!) lo mucho que nos cuesta a veces llegar a esa meta que nos hemos propuesto en la vida pese a tenerla muy clara. Quede claro que no hablábamos de metas como sacarse seis licenciaturas, construir una catedral o ganar una medalla olímpica, no. Hablábamos de algo mucho más sencillo que, sin embargo, suele suponer toda una vida de ensayos, errores, rectificaciones, rodeos y obstáculos. Seguramente somos nosotros mismos los que nos vamos poniendo pegas y atando de pies y manos, los que nos distraemos con el ruido y las lucecitas de colores, saliéndonos del camino constantemente. Pero también es cierto que, casi siempre, en todo viaje vital que uno emprenda, se encontrará con las clásicas personas que, a modo de aficionados al Tour de Francia, irán correteando a su lado chillándole instrucciones y supuestos ánimos que, en realidad, nadie les ha pedido.
 
La gente mayor es sabia, sí. Es sabia aunque solo sea porque ya han vivido. Pero no, no todos saben tanto como creen. Algunos, de hecho, no saben una mierda. O no saben nada que te importe, o que te sirva. O saben acerca de casi todo, pero hasta el VHS (o la pianola, depende de a qué generación nos refiramos). Resulta perfectamente comprensible. Yo misma creeré saberlo todo algún día, y quizá sepa muchas cosas, pero con toda probabilidad sabré hasta el mp3 o poco más.
Por supuesto que hay cosas que son atemporales, está claro. Pero, a poco que se analicen, ni siquiera eso está claro. El amor no es el mismo que hace cien años, ni la disciplina, ni la justicia, ni casi nada. Afortunadamente en ocasiones, por desgracia en otras. Y dependiendo de la percepción, los prejuicios y las manías de cada cual.
 
Dicho lo cual, si algo me revienta de ciertos miembros de la generación precedente es que nunca jamás terminan de aceptar que somos adultos. Es posible que esto haya ocurrido siempre, pero, francamente, me resulta increíble imaginar a mi bisabuelo regañando a mi abuelo por fumar a los 35 años. Especialmente en una época en la que te ganabas la vida a los 13 (o antes) y eras un hombre hecho y derecho a los 18. O quizá es que esta puta manía odiosa de decirnos constantemente lo que tenemos que hacer solo la sufrimos las mujeres?
 
Todos conocemos casos de madres (de la más insufrible a la más discreta) que cuestiona tu ropa, tu lenguaje, tus ideas, el brillo de tus suelos, la cantidad de sal en tus lentejas y la conveniencia de dar acelgas a tus hijos. También hay padres así, me consta, aunque ellos suelen obviar estos temas y sacarte de quicio con otros. Qué coche deberías comprar, cómo deberías dirigirte a tu jefe para que te pagara más, cuál es el seguro de hogar definitivo o la mejor manera de instalar protectores en los enchufes. Yo he tenido la suerte de tener un padre anarca y una madre que cuestiona solo el 60% de lo que hago. Pena que ahora mismo haya venido a unírsele un escudero. No era suficiente con una madre "no-limpies-el-parquet-con-eso-que-luego-no-brilla". Hacía falta el suegro, claro. No fuera a ser que no hubiera nadie disponible para darme el coñazo con que deje de fumar o con que tapie las ventanas para que los niños no se me caigan. Y ya me puedo esmerar, caramba. Para empezar, porque no trabajo, así que no tengo motivos para estar cansada. Para seguir, porque única y exclusivamente preciso de mis hijos para ser feliz. Todo lo demás es mierda pura. Si no soy feliz por el mero hecho de tener niños, es que soy una tarada mental. Y, para terminar, porque son SUS niños. "CuídaMElos bien", suele decirme. "O tendré que ponerme serio contigo".
 
Decir que me revienta es poco. Me ofende. Considero que es ofensivo, grosero y una falta absoluta de respeto. Y me la suda que luego me añadas el "era broma". A mí bromas, pocas. Tengo el sentido del humor muy rarito. Y, si no te importa, a sermonear a tu casa. Tengo casi 35 años, colega. O sea, estoy a 5 de los 40. Llegando, con suerte, a la mitad de mi vida. Creo que hace tiempo que soy adulta. No sé, me da la impresión. Por lo visto hay quienes jamás en la vida nos consideraréis adultos a los que no somos de vuestra generación. Siempre seremos chiquillos atolondrados haciendo el imbécil, incapaces de dirigir nuestra vida, ni de tomar decisiones. En serio, así de idiotas erais vosotros a los 35? Oh, no, por supuesto que no. Vosotros erais mucho más maduros, más listos, más esforzados, más todo. Siempre se me olvida esa parte. Como se os olvida a vosotros que siempre hicisteis los que os dio la real gana, sin tolerar intromisiones de nadie (incluso presumís de ello). Aunque, si no fue así en realidad, tampoco es mi problema.
 
A lo que aspiro en la vida es a lo que mi admirada paisana comentaba en su artículo. A ese no necesitar nada, a esa paz, a ese equilibrio, a esos ratos de placidez, a las risas compartidas, a los seres queridos. Eso es lo que deseo para mí, aunque un poco más cerrado. Mi ideal absoluto de madurez es verme en una casa confortable (grande, antigua, con jardín, árboles viejos y el mar cerca; por pedir que no quede, esa casa es mi sueño más loco, mi excentricidad, mi único afán lujoso), a ser posible con mi pareja actual, los hijos haciendo su vida y viniendo de visita, algunos gatos, muchos libros, vecinos a la distancia justa para relacionarse solamente si se desea, cuadernos en blanco, silencio y tiempo. Mi parcela, mi burbuja, mi refugio. Mi silencio y mi tiempo. Recibir a familia y amigos de vez en cuando, comer, beber vino, tomar café, reír y charlar. Y luego, de nuevo la tranquilidad. Lo curioso del asunto es que no considero que el dinero sea el principal escollo para que este sueño se cumpla. Pienso que el principal escollo soy yo. Para imaginarme en esa vida ideal creo necesario haber alcanzado un estado mental concreto de confianza, plenitud y ausencia de nudos que solo concibo a cierta edad, y tras haber aprendido a decir "no" a todo ello que deseo tachar. La incapacidad de decir "no" contribuyó a volverme una persona amargada y colérica, que necesitaba explotar de vez en cuando para aliviar su frustración. Los "noes" que callaba terminaban por atragantarme y debía soltarlos en otro momento, muchas veces a quien menos los merecía y de la peor manera. He ido aprendiendo. He ido negándome al chantaje, a la orden revestida de consejo, a la imposición y el abuso. Pero aún queda.
 
Y es que esto no es una novela, en la que, en plena catarsis, el protagonista dice "NO" y su vida cambia. En la realidad hay que repetirlo una y mil veces, constantemente, cada día, sin parar. Porque la impertinencia del ser humano es infinita, coño. Es inagotable. Cada día te acecha y te asalta. Por eso hay que entrenarse, para que, al final, el "no" salga de modo natural, sin culpas ni pamplinas. También sin ira, por supuesto. La ira perjudica más al que la siente que al que la recibe, máxime si este último tiene el pellejo antiadherente y una capacidad innata para que se la sude todo. Y esa es otra característica que distingue al rompehuevos. Permanece inasequible al desaliento y a la furia. Puedes volarle el peluquín de un grito, da igual. Media hora después te estará incordiando de nuevo. O lloriqueando si es de la clase "terco-sensible", lo cual es aún peor. El "terco-sensible" lloriquea un rato y vuelve a la carga tan empecinado como siempre. Así pues, necesito perfeccionar mi revestimiento de teflón. Es la única manera de que todo esto me resbale y de que pueda decir "no" pasando a otra cosa sin más. Creo que entonces tendré la paz, el silencio, la confianza, el tiempo, la casa, los libros, los árboles centenarios y el mar.

martes, 9 de abril de 2013

De maestros y ballenas

 Hoy el mundo es un poco más feo y más triste. Siempre lo es cuando se va una gran persona. Sampedro lo era. Era un pensador, un humanista, economista y escritor, puro talento, saber, humildad y simpatía. Todo lo que se diga de él, se queda corto. Por mi parte, solo puedo desearle feliz viaje y agradecerle con toda el alma La sonrisa etrusca, primera obra suya que leí y que aún hoy me conmueve hasta los huesos. Gracias, Maestro, y que la tierra le sea leve.
 
No sé por qué, en este día feo y triste no paro de pensar en la Ballena 52, ese grandioso animal que, por caprichos de la naturaleza, emite su canto a la insólita frecuencia de 52 Hertzios, lo que impide que otras ballenas se comuniquen con ella. Su voz diferente la ha mantenido aislada durante décadas, vagando en solitario por aguas del Pacífico Norte, sin pareja, sin descendencia, sin clan. Posiblemente se trate de una azarosa malformación. Quién sabe? Quizá sea sorda y por esa razón no haya logrado aprender a "hablar" como las demás. Alguien con suficiente imaginación tal vez escribiera una historia sobre hombres sabios que mueren discretamente y ballenas sabias cuyas ideas ninguna otra comprende.
 
Desvaríos y nada más que desvaríos.
Es un día triste y feo de maestros y ballenas.

miércoles, 3 de abril de 2013

Puro arte

Servidora puede presumir de amigas artistas, sin duda. Aquí la que no diseña bisutería, hace fotos espectaculares, complementos varios o dulces irresistibles.
Permitidme que os presente a mis chicas, las artistazas. Disfrutad!!

Máriam y sus obras maestras en repostería:
http://pkodulce.blogspot.com.es/

Cris y sus preciosidades:
http://www.facebook.com/pages/M%C3%A1s-vale-ma%C3%B1a-Bisuter%C3%ADa-artesanal-y-m%C3%A1s-cosas/487861984567466?fref=ts

Inés, con su Mundo Infimo indescriptible.
La tenemos por aquí:
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Como, además, esta chica es la versatilidad personificada, podemos ver sus extraordinarias fotos aquí:
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Lore y sus pequeñas magias:
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No dudéis en visitarlas!!

jueves, 28 de marzo de 2013

La condesa de París

Así la llamábamos, aunque, en realidad, ella había vivido en Bruselas. Se largó a los diecisiete años, con su novio, por motivos políticos. A los diecinueve era una recién casada, curranta y madre vocacional en el exilio.
Cuando hablaba francés no había forma de dejar de escucharla. Toda ella destilaba glamour. Era preciosa, menuda, rubia, con unos ojos azules impresionantes. Rasgos perfectos, boca expresiva, ademanes de niña bien. De hecho, en parte era una niña bien. Solo que se enamoró de un rojo escandalizando a la familia.
 
Le interesaba el arte, la música, la literatura, la psicología. Al saberse embarazada, devoró todo tratado sobre educación y afectividad que cayó en sus manos. Se dedicaba a dar masajes. Me contagió esa pasión. La recuerdo sentada en la cocina de mi madre, perfectamente erguida, doblando en cien partes su servilleta (sus manos nunca estaban quietas), mirándome socarrona por debajo del perfecto flequillo, suplicándome que me pusiera derecha (deformación profesional), con su voz grave y acariciadora de femme fatale.
 
Qué guapa era. Siempre lo fue. Me gustaba porque me trataba como a una adulta, aunque yo tenía once años cuando ella entró por primera vez en mi vida. Yo admiraba su clase (pese a ser una grunge sin remedio. Yo, no ella), su determinación, su humor, su facilidad para la grafología (de dónde le vendría aquello?) y su seguridad. Fue criada por un psicópata maltratador y por una mujer sumisa, chantajista y pasiva agresiva. Le costó muchos años encontrar su equilibrio, y, en cambio, siempre me pareció la mujer más equilibrada del mundo. Se ve que, por dentro, quedaban nudos. Curiosamente, tuvo la magistral habilidad de educar a su hija de la mejor manera posible. Fue su hija la que, con apenas diez años, se plantó delante del abuelo-ogro y, tras lanzarle un zapato, le espetó que no quería volver a saber nada de él, porque era mala persona. Admiraba profundamente a su hija. Contribuyó (no me cabe duda) a hacer de ella una mujer con absoluta confianza, asertiva, pragmática. Me sacaba seis años, y yo la miraba con devoción absoluta. Las otras chavalas de diecisiete eran bobas. Nana no. Nana era... una mujer de mundo!
 
La condesa nunca soportó la estupidez, la intromisión, la superficialidad ni la falta de tacto. Odiaba que le dijeran que estaba guapa y mucho más aún la típica frase bienintencionada de: "qué delgada estás". Odiaba que la gente las comparara a ella y a Nana, y pusieran cara de lástima en plan "pena que saliera al padre, con lo preciosa que tú eres". Para Ali, Nana era la más inteligente y hermosa criatura sobre la tierra. Lo tenía tan claro que Nana, un poco regordeta, con la nariz ligeramente ganchuda y su voz nasal, siempre ha resultado arrebatadora e interesantísima. Lo es. Ambas fueron siempre de esas personas que preguntan "qué tal estás" en serio, y no como frase hecha. Ambas fueron siempre de esas personas capaces de poner a quien fuera en su sitio sin alzar la voz. Podían ser de una crueldad refinada si alguien las ofendía. Siempre me encantó su refinamiento. Incluso cuando era cruel. Sobre todo entonces.
 
Hace algunos años, en algún momento, Ali decidió que si podía deshacer los nudos de cualquier espalda, podía deshacer los suyos. Y lo hizo. Jamás perdió su aire de condesa (me temo que eso era innato en ella) pero se transformó en una ermitaña hippie. Huyó de la ciudad, de los lloriqueos de su madre (al padre le había tachado hace tiempo) y se instaló en una caravana, en el campo. Vivía rodeada de perros recogidos de la calle, con un loro de malas pulgas, sus labores de costura y sus libros. Lo llamativo del asunto es que seguía siendo la jodida condesa de París con quince kilos más, sin maquillaje, en pareo y sandalias, con el pelo recogido y sus gafas de pasta colgando del cuello. Decía que el mundo la aburría, que la gente la molestaba. Se propuso vivir a su manera, en su pequeño universo. Y lo hizo.
 
En los últimos años sólo la vi un par de veces. Aun en la distancia, siempre la quise y la recordé. La sabía feliz en su parcela privada y eso me bastaba. Soy de esas personas que sabe querer a distancia. No me ofende que alguien desaparezca sin más. Nunca pido explicaciones, porque no me gusta darlas.
A los dieciocho tuve una crisis aparatosa y melodramática. Vivía en ansiedad constante, fantaseando con la muerte, bloqueada, pasando de la euforia a la desolación. Llegué a temer por mi salud mental. Solía llamarla, y ella (que tenía a su Nana estudiando lejos) me recibía siempre con un café (ella prefería el té) y una sonrisa. Me dijo una vez que yo era excepcional, y que si fuera mi madre estaría rotundamente orgullosa de mí. No lo olvidé ni creo que lo haga.
 
Me he enterado hoy de que Ali ha muerto. Tenía 60 años y, por lo visto, cáncer. Uno de esos cabrones, silenciosos y fulminantes. No se lo dijeron, pero nunca fue la niña bien tontita que a veces disfrutaba aparentando ser. Ya había hecho planes para comprarse una peluca elegante, y, cuando no pudo caminar sin ayuda, declaró que pensaba morirse, porque aquello no era plan. Así que se murió. Llevaba mucho tiempo haciendo lo que le daba la gana. De esto hace siete meses, pero acabo de saberlo. Detestaba tanto la impertinencia de los móviles que siempre lo tenía apagado. Ni su marido ni Nana sabían cuál era su clave, así que, cuando Ali se fue apenas pudieron avisar a unos pocos. Es igual, no importa. A los once años decidí que la convertiría en un personaje. Ahora sé que, por desgracia, ya no podrá leer cuánto significó en mi vida, pero pienso hacerlo de todos modos. Me habría gustado que llegara a ser la insólita y bella anciana que sin duda habría sido. Pero claro... se trataba de Ali. Progre, roja, hippie tardía, pero toda una condesa de París. Creo que jamás habría tolerado una peluca hortera, ni mucho menos incordiar a nadie. Era una dama. Y una dama siempre sabe cuándo debe abandonar la fiesta.